viernes, 15 de mayo de 2020

Es qué... coronavirus



No había escrito porque estaba armando una playlist para éste post y esperando que la situación mejorara, no es cierto, me quedé sin internet (pretextos)… pero analizando el estado de las cosas decidí ponerme a escribir antes de que todo se ponga peor: así como vamos no tarda en confirmarse que por fin se estrellará ese asteroide del que nos advierten cada mes, o que nos invaden los aliens, o lo que es peor, que Arjona saque nuevo disco… y si pasa todo eso ya no podré dejar registro histórico de las aventuras sin censura de Dulcinea del Rebozo de los últimos tres años. Bueno, de los últimos seis meses que es lo verdaderamente interesante...si esas sábanas pudieran hablar. Lo único que agradezco infinitamente es que me siga viniendo la regla, con todo y el dolor que eso conlleva. Francamente es un sacrificio que no me hace feliz, pero es una bendición





Escribo y publico pero no porque tenga un afán enfermizo por enterar a medio mundo de mis desvaríos y pendejadas, sino por mi situación de paciente narcisista casi intratable con conducta antisocial significativa, que me dice que tengo un deber moral de ilustrarme a mí misma para evitar pasar nuevamente por las sendas oscuras por las que ya he pasado, recordarme estar en un continuo camino de reflexión y análisis para obligarme a permanecer consciente de las consecuencias de mis errores… y en el ínter cualquiera puede venir a analizar lo que escribo para indicarme mis incongruencias.

En cualquier escenario, por la condición de narcisismo, la aprobación o desaprobación del público lector pasa a segundo término. 

A pesar de que es mi voluntad publicar, que nadie me obliga, y que no es a huevo publicar los jueves sino cuando se me de mi gana, sospecho que me afán de empezar a colgar posts nuevamente se ha derivado del hecho de que he percibido un atroz bombardeo en mis redes sociales referente a la productividad, a aprovechar el tiempo y ser optimistas en la cuarentena para afinar nuestras habilidades y ser mejores. Y eso que no sigo a coaches puñetas ni vendedores de herbalife... a menos que secretamente mis contactos puñetas sean coaches o vendedores de herbalife y por eso publican mamadas.

Éste bombardeo atroz (de información, no de mamadas) no me quita el sueño, pero sí me pone en alerta porque aunque yo siga creyendo que la vida seguirá igual, la realidad es que allá afuera hay cosas que están cambiando y ésta situación atípica nos está cambiando a todos… he notado que todos los pensamientos que tengo a lo largo del día concluyen en incertidumbre derivada de la pandemia. Es horrible comenzar a hacer brownies y no poder evitar pensar que si la crisis se agrava los insumos vegetales para elaborarlos pueden escasear. El cacao y las nueces no son los únicos vegetales que llevan mis brownies.



Tenía mucho tiempo sin recostarme en la cama una tarde nublada para contemplar las nubes en el cielo a través de la ventana y sentir la brisa fresca recorrer mi cuerpo mientras la cortina de tela agitada por el viento húmedo deja entrar un sutil olor a tierra mojada… así, sin prisas, pero con un ligero dejo de culpabilidad por estar recostada una tarde haciendo nada, recordando en mi cabeza que es mi deber aprovechar tanto tiempo libre.

¿será que ésta vida agitada nos ha llevado a la angustia de sentirnos siempre útiles? ¿será que la inercia de la vida diaria nos agobia cuando no se ve reflejada nuestra productividad de manera tangible?


La vida moderna como la conozco es agitada y llena de plazos por cumplir, cuentas que pagar y compromisos que solventar, a tal punto de que a veces imagino como si la vida me pidiera una cuota para seguir viviendo, y que esa cuota que estoy pagando no corresponde a la calidad de vida que tengo. 


Me sabe realmente amargo darme cuenta que no podía disfrutar de mis primeras tardes de cuarentena porque intrínsecamente sentía la necesidad de saberme útil. ¿quién o qué me hizo tanto daño como para angustiarme en una tarde de hueva entre semana?... la precariedad económica seguramente: esa necesidad natural de hacer cosas para alimentarse y para alimentar a quienes dependen de nosotros: una condición intrínseca citadina llamada godín salario mixto, la misma condición que nos deprime una tarde de domingo cuando nos percatamos que al día siguiente es lunes y reflexionamos en el condicionamiento que nos hemos auto impuesto, para luego fingir ser conscientes de que nos agrada nuestra condición de peones. Peones, pero con acceso a netflix... podría ser peor y tener solo acceso a Multimedios por tele abierta.

Sabía que la oportunidad de disfrutar una tarde nublada estaba ahí, sin prisas, sin contratiempos, pero una parte de mi me decía que no es correcto disfrutar una tarde de miércoles porque mi día de descanso es el domingo.
 
Quienes me conocen saben que la foto es netamente ilustrativa, yo soy de la creencia de que una lata de cualquier cerveza es más nutritiva que una coca cola.
Si bien es cierto que durante esta circunstancia de baja actividad hay tiempo para aprender alguna nueva habilidad, tampoco hay una ley que nos obligue a hacerlo, a menos que tu religión te lo exija o haya quien se sienta inspirado cultivar nuevas habilidades... y ¿por qué motivo alguien encuentra inspiración para hacer el esfuerzo de adquirir nuevas habilidades en medio de un periodo de incertidumbre alimentaria, inestabilidad, crisis y angustia?. 
Supongo que para ser mejor. ¿Mejor que qué o mejor que quién?... dejen de mamar, que el entorno no es el mismo para todos y no todos requerimos las mismas habilidades, hay quienes llevamos ventaja con un postgrado y hay quienes nos llevan ventaja porque saben cómo cultivar su propio alimento… mejor rolen de la que se están fumando para obligarse a sentirse bien en medio de la crisis y tener la capacidad de darle la atención necesaria a un nuevo aprendizaje... yo también quiero aprovechar el tiempo para aprender cosas nuevas pero un afán angustiante me abruma ...  el afán de tener dinero para pagar la tarjeta antes de la fecha de corte.

Analizo lo anterior y veo que no dejamos de vivir en un ambiente hostil, en una jungla, en una carrera por la supervivencia. y a pesar de que trabajo en un callcenter y el servicio al cliente no es precisamente el cielo, no termino de acostumbrarme al estrés de la vida. Al final no solo es la disposición, o las ganas, porque casi puedo asegurar que todos las tenemos. Pero hay quienes tienen un ambiente propicio para desarrollarse y viven con el espacio y el mobiliario suficiente para dedicarse a sí mismos rutinas de ejercicio, cocina gourmet, bricolaje, etc y hay personas con apenas espacio en su casa porque comparten los pocos recursos con uno o más familiares. Hacinamiento, se le llama y muchos de nosotros lo hemos vivido de cerca aunque nos creamos muy civilizados. Yo padezco de hacinamiento en el alma... se me desbordan las emociones y no sé si estoy desesperada porque no tengo dinero o estoy llorando porque no tengo velas aromáticas 

Creemos evidente que quien adquiera una nueva habilidad incrementará sus probabilidades de sobrevivir, y entre más habilidades tenga, teóricamente menos difícil será la supervivencia. El verdadero reto es saber en nuestro caso particular qué habilidades será útil y benéfico aprender y perfeccionar para sobrevivir. 

Analizar las cosas desde ésta perspectiva me lleva a considerar que ésta vida se trata del estrés por procurarse el alimento, pero salir al cerro a cazar liebres no es una opción… por lo menos por el momento. Así que tendré que hacer uso de mis habilidades de godín asalariado que a lo mucho llegan a levantar el teléfono para pedir una pizza y realizar el pago con tarjeta desde una aplicación en el smartphone… siempre y cuando tenga saldo y que la cuenta de nómina tenga dinero suficiente para pagar toda la cadena productiva que implica llevar una pizza desde el campo donde cosechan el trigo hasta la puerta de mi casa por medio de un “uberits” ... ¿luego se extrañan de que esté toda histérica porque no estoy percibiendo comisiones?

Y aquí es donde la cosa se pone interesante, porque escribir un blog de chismes de mi vida no me genera ninguna utilidad, más que dar a conocer públicamente mis desvaríos, quemarme gratis y brindarle mucho deshonor a mi familia.

Pensé en aprovechar ésta cuarentena para ponerme seria y aprender algo para resarcir mi inutilidad, pero ¿qué aprender que no sea costoso, difícil o que requiera mucho tiempo?

Me puse a pensar (aunque no lo creas) en qué cosas podría hacer para aprovechar ésta cuarentena e hice una pequeña lista teórica de algunos útiles pasatiempos que siempre quise aprender: a tocar el piano, a hilar alfombras persas, a sembrar orquídeas exóticas, a preparar pez globo, a entender la mecánica cuántica…

Solo de pensar en que será una tarea titánica conseguir las herramientas que me ayuden a concretar con éxito mi lista me pareció agobiante, pero más agobiante me pareció el saldo de mi estado de cuenta, que casi llega a ceros esperando el siguiente pago mensual de comisiones… si es que llega.

Considerando el planteamiento que expuse líneas arriba y el monto de dinero del que estoy dispuesta a desprenderme para desacompletar mi canasta básica (chetos, doritos, cheve, mango, mucho queso panela y otros vegetales que llevan mis brownies) se me quitaron los ánimos de aprender todo eso y decidí reformular y preguntarme si esas habilidades me serán útiles para mejorar mi vida… en conclusión, ya me estoy cuestionando arduamente si una cédula profesional de verdad me sirve de algo para mis propósitos.




Lo único que puedo decir es que en esta cuarentena estoy aprendiendo a coshar y mi vida ha mejorado notablemente. Perdí los años más cogibles de mi vida en una fea, pelona y chaparra relación de siete años que fracasó estrepitosamente… pero ya me estoy poniendo al corriente.

La rola de hoy:  




1 comentario:

  1. Es bueno tenerte de vuelta. Muy divertido leer tus ocurrencias y coincidir en algunas locuras con tigo. Saludos Emmy!

    ResponderEliminar

Comentarios bienvenidos!