viernes, 29 de mayo de 2020

¿Mente sana en cuarentena sana?

Al principio de la cuarentena mi ímpetu por aprovechar el tiempo fuera de la oficina me llevó a elaborar una lista de “tu dús” para sentirme menos improductiva. Pero considerando el saldo de mi cuenta bancaria me he obligado a reformular la lista y pasar de aspiracionalmente querer aprender a tocar el piano, a armar una playlist de “Rubinstein pá hacer quiacer”; de hilar alfombras persas a aprender a zurcir mis calcetas; de sembrar orquídeas exóticas a comprometerme a ponerle agua a mis plantas; en vez de alucinar con preparar pez globo, dejaré de atascarme de maruchanes de camarón; y de entender la mecánica cuántica a aprenderme la tabla del siete… apuesto lo que quieras a que tu también tienes que repasarla desde un principio para saber cuánto es siete por seis (rima pero no son cincuenta y dos)


La curva también es emocional. A los cinco días memeaban con cosas como”¿ya hiciste Tik Tok?”, “¿ya te cortaste el fleco?”,  "¿Ya le hablaste a tu ex?”... cosas que aparentemente una persona sana mentalmente no hace, y no porque yo sea sana mentalmente, pero  a mi favor puedo decir orgullosa que no sé que es Tik Tok, no tengo fleco y no le he marcado a nadie… ni a mi papá, ni a mi mamá ni a mi ex, porque me tiene bloqueada desde agosto del 2019 y además no lo creo necesario: aún estoy en proceso de asimilación de sus mentiras y traiciones, y entre más cosas descubro, menos ganas me dan de saber si vive o muere… al final sé que necesitará suerte porque yo ya no estoy a su lado.



Nada está escrito y las cosas pasan porque sí, y en este escenario resulta lógico pensar que de habernos avisado alguien confiable de la pandemia de Covid 19, estaríamos prevenidos.

Los únicos que previeron fueron un grupo de personas que a sabiendas que se se cagan de miedo ante las pandemias, corrieron a abastacerse de papel higiénico, y ahora no les queda más que usarlo o venderlo a quien tenga chorrillo. No los culpo, son previsores y funcionaron como un parámetro de medición que nos indicó que cosas atípicas estaban sucediendo.  La realidad es que todos sin excepción estamos preocupados y generamos un ambiente extendido en el que se respira incertidumbre y se refuerza con las miradas de expresión angustiosa o ceños fruncidos que es lo único que podemos observar con un cubrebocas puesto… y por la expresión de sus rostros dudo mucho que esos labios que no podemos ver estén sonriendo.



El ambiente de incertidumbre generalizado no es para menos porque ésta situación está totalmente fuera de lo común. Solo la gente de hace cien años que padeció la última pandemia supo cómo fué, pero como a los seres humanos comunmente se nos olvidan las cosas o morimos, ahora solo quedan registros que pueden servir solo si descartamos que en aquella época el entorno era muy diferente… ni siquiera con ésta información podemos proyectar un escenario que nos brinde algún tipo de certeza, no es de extrañarse el estrés. No estamos listos para enfrentar una pandemia porque no tenemos idea de lo que eso implica.




Y la realidad es que ésto sucedió como todo lo que normalmente sucede en la vida: pasa y ya y no hay manera de saber lo que nos depara el futuro. Más de alguno supusimos que éste sería nuestro año, pero la vida son esas cosas que pasan sin que uno lo planee.


Pasar mucho tiempo en ocio le da a la mente la oportunidad de generar ideas. Bien dicen que la ociosidad es la madre de todos los vicios y supongo que al no tener algo qué hacer o una guía que indique el protocolo de actuación en casa ante la pandemia, los seres humanos que de alguna forma u otra estamos viviendo el confinamiento nos las ingeniamos para no caer en comportamientos fuera de lo común. Sin embargo es de esperarse que tarde o temprano la influencia del ambiente nos orille a tener pensamientos nuevos y formular ideas que no podrían haberse formulado de estar en un ambiente normal… como pensar en las probabilidades de morir infectado o de plano tomar otras determinaciones para concluir con la incertidumbre. Ni siquiera en eso podemos tener algún tipo de control.





Suena trágico y melodramático pero la realidad es que morir por un puto virus chino es un albur: como cuando compras baratijas de todo a $5 y de tres piezas que compras una sale buena… si me dá el virus chino puede que me toque uno chafa y no pase nada o puede que me fulmine hasta hacerme caca los pulmones, porque a veces, y solo a veces, lo chino sale bueno.


No sabemos qué es lo que vaya a pasar o lo que nos depara el destino, y todo lo que estamos haciendo en estos momentos es prepararnos, preocuparnos y darle vueltas al asunto. No podemos hacer más: no tenemos ningún tipo de control sobre la situación, no tenemos información de primera mano, somos bombardeados por diferentes frentes con datos discrepantes, no nos consta, nos preguntamos si es real, si no es real, si acaso conoce alguien a quien esté enfermo. No tenemos certeza, y como no tenemos certeza generamos inseguridad y estrés. 





Los primeros días de cuarentena me enfoqué en limpiar, y ahora observando en retrospectiva, el acto de limpiar posiblemente fue para evitar escribir, puesto que pienso las cosas y planeo anotarlas, pero luego se me va la inspiración y al final solo plasmo una mísera parte de los pensamientos que circulan dentro de mi cabeza provocando que el sentimiento que me movió a escribir permanezca dentro del cuerpo generando la sensación de que tengo cosas pendientes...


.. y la realidad es que sí tengo cosas pendientes, en específico en ésta semana de la cuarentena, semana de incomodidad generalizada en un sube y baja de emociones, me pasó de todo. Las cosas estaban aparentemente tranquilas, pero no contaba con que no solo yo estaba teniendo cuestionamientos existenciales. Porque como el ganado está enojado, tuve la necesidad de aclarar varias situaciones y a decir verdad me resultó un tanto incómodo.

Ya después, más pronto que nunca, escribiré un post acerca del ganado y las explicaciones sobre mi conducta promiscua a todas luces reprobable socialmente en los estados de Guanajuato, Querétaro y ebriedad.

Hay que tomar en cuenta que empecé a escribir la tercera temporada de éste blog por salud mental y decidí contar lo que me agobia porque la realidad es que no sé si vaya a salir de ésta o perezca por un linchamiento moral. Desafortunadamente me involucré con gente que siente que si acaso les debo algo, son capaces de cobrarse a lo chino aunque no les deba nada. A esa gente se les llama ojetes y no son fáciles de identificar. La definición tres se adecúa más.




El estrés y la situación nos llevan a sentirnos vulnerables emocionalmente en algunos casos, y en esa vulnerabilidad emocional resulta que ya también la tienen algunos conocidos que han estado conviviendo con sus esposas. Porque resulta que sí, en efecto, ahora que extrañan a la amante están en una situación desesperada en la que sin querer quienes han fallado a un compromiso establecido previamente sacan a flote sus secretos más oscuros y ésto está estallando.
Ante estos escenarios no me extraña un incremento en la violencia doméstica de manera generalizada… al final todo sale a la luz, y las cosas caen por su propio peso. Como sugerencia, cubran todos sus frentes, las personas no somos tontas, solo que a veces nos hacemos pendejos para hacer pendejos a quienes creen que nos están haciendo pendejos.





Existieron estallamientos de ira en ésta semana que me distrajeron del blog. Humildemente solo puedo decir que yo no obligué a nadie a hacer absolutamente nada y que, por sororidad, por negarme a ser partícipe de la provocación de dolor a otra mujer, les pedí a los tres que les dijeran a sus respectivas que había una situación… ignoro cómo hayan terminado la cosa, y no me interesa en lo que concluya porque no es mi asunto. No fuí yo quien estableció un compromiso y lo rompió. Y no soy mamá de nadie para andar investigando el pasado de algunos susodichos y protegerlos de traicionarse a sí mismos… domestíquense por favor y no esperen que yo actúe como detective privado y acuda al registro civil a comprobar que están solteros.





Al final cada uno de nosotros debemos tener las agallas para enfrentar cada una de éstas situaciones. Yo lo veo desde esa perspectiva porque durante todo mi matrimonio que duró dos años con quince días fui totalmente fiel y no tengo cola que me pisen. Al contrario, hice cosas y dejé de hacer cosas con el propósito de crear un ambiente de confianza, por el bienestar de pareja, por un ganar ganar.

Para el agrado de mi entonces marido, dejé algunos comportamientos muy tóxicos, por ejemplo dejé de tirarme pedos en el sillón mientras veíamos películas. Ésto es sólo uno de los muchos ejemplos de lo que hice por amor. Pero concederle llegar al grado de renunciar a lo que yo soy, o renunciar a la búsqueda de mí misma (porque dicen mis padres que estoy perdida y el hecho de que me haya ido a oaxaca a buscarme a mi misma y que me haya encontrado otra cosa pues es punto y a parte, y es para otro post), no es negociable porque se trata de mi vida, son mis sentimientos, mis conflictos existenciales y es mi pedo.





En efecto, por si no se nota escribo para mí, escribo para entenderme, escribo para ayudarme. Si a alguien le ayuda lo que escribo, pues es un plus y cuando recibo sus comentarios es edificante, las opiniones son válidas, pero no una imposición. De acuerdo a lo que he vivido y a lo que necesito tomaré la decisión aceptar dicha opinión y aplicarla, o analizar esa opinión y observar que no tiene nada que ver con lo que estoy viviendo y rechazarla. Si vuelves insistir con hacerme ver que es pertinente y yo ya decidí que no lo es después de entender tus puntos de vista, te puedo invitar a que te enrolles tu opinión, la lubriques y la introduzcas profundamente por tu cavidad rectal con mucho cariño para evitar que te duela.





¿Y qué tal si el ruido de fondo es evitar darnos cuenta de que nos puede tocar a nosotros y el dia de mañana ya no estamos aquí y a eso se debe realmente el estrés generalizado? Sospecho que en muchos casos todo el estrés acumulado es porque continuamente estamos evitando pensar en eso realmente… o porque la lumbre ha llegado a los aparejos.

Por dentro y a lo mejor no tan dentro pienso que sí existe una posibilidad de que me toque a mí, porque la información no es certera, no tengo un criterio para determinar si tengo probabilidades de vivir, morir, sobrevivir o sobremorir. No hay un parámetro comprobado en su efectividad para determinar quién vive o quien muere, nos puede pasar a todos y conscientemente o inconscientemente esa idea de resultar premiado con un funeral ya está grabada en la mente de muchos de nosotros a estas alturas del confinamiento.





Y con todo lo anterior se espera socialmente que aprendamos a hacer cosas nuevas y a superarnos y ser mejores cada día porque es nuestro deber aprovechar el tiempo que ahora una situación atípica nos ha otorgado forzosamente. Entonces ¿qué somos?, ¿piezas perfectas funcionando alineadamente en un engranaje productivo?, ¿no tenemos defectos?, ¿no tenemos derecho a sentir ansiedad, a sentir depresión, miedo, angustia?. Porque al parecer la única pantalla aceptada es la de: sé feliz, haz, construye, crea… como si todos en nuestra casa tuviéramos la oportunidad de aprender en medio de nuestras obligaciones y responsabilidades cotidianas y contáramos con los recursos para invertir en nuestro conocimiento… con no volverme loca me doy por bien servida.


Dicen que dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros, pero yo en lugar de dios mejor me hubiera ahorrado las batallas y pondría juegos de azar y hombresuelos. No veo la necesidad de soltar un virus para trastornarnos la, ya de por sí, trastornada existencia. Me siento inútil e improductiva, pero por lo menos ahora sé que siete por seis son cuarenta y dos.


La rola de hoy: 


jueves, 21 de mayo de 2020

Mi cuarentena mood

Mostré un despliegue inusual de ánimos repentinos un sábado por la mañana, con éstas rutinas apenas reparé en que era sábado porque todos los días ya parecen sábado. No amanecí alcoholizada ni cruda como cualquier sábado por extraño que parezca, sino adolorida. Saqué a pasear a Morgan y me sentí bastante bien físicamente a pesar de caminar como Bambi recién nacido. Eso quiere decir que estoy haciendo ejercicio y no necesariamente en defensa propia, sino por gusto. Yo no era así… mis noches tampoco. Pícale al soundtrack de la caminata matutina.
Morgan and Me
La dinámica de mi vida ha cambiado en éste último mes. Todos los días al ir a trabajar envidiaba a los transeúntes que despreocupadamente caminan sobre Calzada de los Héroes hacia o desde el puente del amor con sus mascotas, trotando o solo sosteniendo un vaso de starbucks mientras pasean sonrientes su look aesthetic de bajo presupuesto. Y pues casi se me cumplió, por lo del bajo presupuesto: ahora soy yo quien pasea al perro por la mañana, en chanclas, sin peinar, sin maquillaje y abrigada con una sudadera amarilla cuatro tallas más grandes que yo, pero eso sí: con una sonrisa tan grande que su brillo opaca al mismo sol que alumbra mi recorrido matutino… aesthetic y contrastante.

Susana Distancia le ha dado un giro a mi vida, pero no porque esté manteniendo mi distancia con mi familia, sino que mi familia mantiene su sana distancia conmigo… y eso era desde mucho antes de la cuarentena. Hoy en día mis rutinas literalmente desaparecieron y ya no soy sacada de la cama a las cinco cuarenta por mi despertador adolescente sino que puedo permanecer acostada hasta que la luz del sol me molesta al filtrarse por la ventana, y cuando eso pasa ha llegado la hora de levantarme para correr la cortina, tener un poco de oscuridad y seguir durmiendo para luego ser sorprendida por un despertador con ímpetu adolescente (aún con ímpetu de adolescente, diooos, que afortunada soy) que me da vueltas por la cama para dejarme agotada y me permite reponerme durmiendo otro rato mientras me prepara el desayuno (dioooos que afortunada soy), porque cocina muy rico (dioooos que afortunada soy)  y también lava trastes (diooos pero de verdad qué pinshi afortunada soy).

Y es que considerando mi situación post matrimonio fallido y harta de los estereotipos mochos doblemoralistas del estado de Guanajuato, mi lugar de residencia y  cuna de la derecha católica ultraconservadora mexicana, decidí no involcrarme más con especímenes cavernícolas sub desarrollados de éstas tierras e irme a hacer vida sexual intensa al liberal estado de… Querétaro.


Pasando tiempo entre mi hogar de Guanajuato y mi hogar de Querétaro, y considerando que no se puede estar en casa sin “hacer quehacer” y  como mujer muy bien atendida que se volvió hogareña, decidí hacer cosas útiles y productivas para agradecer los favores muy bien brindados: limpié, sacudí, lavé, comí, trituré la tapa de la licuadora con las aspas porque se fue al fondo intentando lucirme haciendo un licuado, y descubrí que por la tarde no solo en la oficina me da flojera sino también en casa. Y me da una flojera de esas que me inspiran a huirle totalmente a la organización de la ropa del clóset y sobre todo a la “bolsa de ropa por reparar”... así como le huyo al trabajo de escritorio después de las cuatro que regreso de comer. Estoy segura que cuando regrese a la oficina extrañaré la “pausa” para la “siesta” y no precisamente para dormir.

Ésta cuarentena me hizo recordar por qué no soy ama de casa: soy tremendamente incompetente para estar encerrada en la casa limpiando. Caray, saber hacer la limpieza tiene su mérito: organizar el clóset, limpiar la alacena, aspirar el coche, no es tarea fácil, sobre todo cuando me queda poco tiempo porque hice la encomienda voluntaria de publicar todos los días memes robados en facebook. Es un arduo trabajo que tiene su ciencia: hacer mucho “scroll down” poniendo atención a las publicaciones para no perder detalle. Al ver un meme hay que analizar la probabilidad de éxito, y eso solo se logra conociendo bien el público al que va destinado, pero no sin antes medir el factor de exposición y la prontitud de la respuesta de la audiencia, sin dejar de considerar que el contenido sea políticamente correcto y que posea alto impacto inmediato, o bien si el meme dista de ser popular en ese momento, guardarlo para cuando sea propicio redistribuirlo al mundo, sin descuidar el constante monitoreo para asegurar que no pierda vigencia, y conservar un buen y organizado archivo de memes para contestar comentarios con prontitud y pertinencia… podré organizar memes pero no la ropa del clóset.



Ser incompetente para las labores domésticas no me convierten en una mala candidata para ser la esposa perfecta. Es mi negación a ser sumisa, ser muymansa y ser sumensa la que me vuelve una candidata inviable para el matrimonio. Igual no lo voy a cambiar o “mejorar”,  no tengo planes de volver a casarme pero sí de vivir muchas lunas de miel. Esas sí se me dan bien. 



Todos tenemos diferentes habilidades, yo me declaro incompetente para muchas cosas, pero luego veo que hay gente que es más incompetente que yo y me da un cierto gusto insano saber que no estoy tan jodida, pero al mismo tiempo me siento comprometida a hacer las cosas eficientemente porque sé que siempre habrá alguien mejor que yo… ¿y por eso es importante superarse en ésta cuarentena?

Me pongo a reflexionar y me doy cuenta de que yo también me estoy subiendo al tren del mame al intentar “superarme”. Analizando la situación, ahora veo que antes de aprender una habilidad para sobrevivir es mejor aprender a no joderle la vida a los demás. Y lo más fácil para evitar joderle la vida a los demás es permanecer lejos de los demás tanto física como emocionalmente.

La gente estresada no es la más amable del mundo, y si hay mucha gente que no es amable seguramente no es porque tengan complejo de supervillanos y energía de sobra. Recordemos que casualmente la competencia causa estrés. Y si somos entrenados con urgencia para primero competir y "ser mejores" (sin que primero nos expliquen el parámetro de mejoría) es obvio que existirá frustración en mayor o menor grado al no cumplir con una expectativa porque no es clara. Al existir frustración es más difícil que afloren sentimientos como la amabilidad y la empatía. Es más común que en un ambiente de frustración aflore el espíritu belicoso, como una respuesta del organismo para atacar en vez de huir, porque huir no es una opción… vamos que en esta jungla de asfalto es una realidad que siempre estamos estresados y por eso somos mala onda aunque no sea nuestra intención… hay otras vías para liberar el estrés y no siempre son mejores que pelear constantemente contra los demás por el espacio que nos invaden.


“Independientemente de los recursos que tengamos, sobrevivir en un entorno desfavorable es menos complicado si nos rodeamos de la gente más afín a nosotros.(el reto es encontrar gente. Encontrar gente afín es todavía más improbable.)” -Yo, justificando mi putería. 

Además no siempre resulta sencillo reconocer que hay personas que ya no pertenecen a nuestra vida y menos aún saber cómo desprendernos de ellas a pesar de que nos unan lazos sanguíneos o civiles. Esa es la parte más difícil: reconocer y aceptar cuando una relación de reciprocidad se termina y se convierte en una relación de abuso… y me estoy refiriendo las relaciones de todo tipo en general. Sobre todo por esa precaución que tomamos para evitar represalias o minimizarlas. (¿ya les llegó el video que mi ex dijo que difundiría?)

En esta cuarentena muchos descubriremos si acaso somos capaces de sobrevivir en un estado de tranquilidad con nosotros mismos en los entornos que hemos creado. Y me da gusto haber empezado a fabricar éste escenario desde tiempo atrás… desde mi divorcio. 

No me puedo imaginar vivir la cuarentena al lado de una persona que no se soporte ni a sí misma, que constantemente está buscando a quién culpar de sus males, su calvicie, su desgracia y su exceso de dimensiones abdominales. No me puedo imaginar viviendo la cuarentena al lado de una persona que no se acepta ni a sí mismo, a quien atormentan sus propios pensamientos al nivel de pedirle a los demás que cuiden sus palabras, sus gestos y ademanes para no sentirse afectado. No me puedo ver incluida en una situación donde otra persona decida cómo debo manifestar mi personalidad. No me puedo visualizar viviendo en una relación donde debo escoger perfectamente las palabras que uso para no ofender, es como vivir caminando sobre cáscaras de huevo cuidando de no romperlas. Pero sobre todo, la neta no sé cómo decir “de la que me libré,” porque qué pinshe hueva pasar la cuarentena al lado de un vainilla teniendo tantos sabores disponibles en el universo.

El escenario actual que estoy viviendo es muy favorecedor para los siniestros propósitos de mi nuevo estilo de vida. El escenario actual incluye grilletes pero no mentales; cuerdas para atar, pero no para atar la voluntad ni el deseo; y mucho lubricante para que se me resbalen las opiniones desfavorables. No hay malestar anímico que un orgasmo no mejore.

Podría ser definida como una mujer de cascos ligeros, como casquivana, promiscua y puta, vamos, como cualquier hombre promedio que vive su vida sexual buscando una exclusividad donde estacionar su ímpetu. La cosa pinta a que alguien ya está llenando ese espacio que nadie más había podido llenar… literalmente. El ganado está enojado.

La rola de hoy:












viernes, 15 de mayo de 2020

Es qué... coronavirus



No había escrito porque estaba armando una playlist para éste post y esperando que la situación mejorara, no es cierto, me quedé sin internet (pretextos)… pero analizando el estado de las cosas decidí ponerme a escribir antes de que todo se ponga peor: así como vamos no tarda en confirmarse que por fin se estrellará ese asteroide del que nos advierten cada mes, o que nos invaden los aliens, o lo que es peor, que Arjona saque nuevo disco… y si pasa todo eso ya no podré dejar registro histórico de las aventuras sin censura de Dulcinea del Rebozo de los últimos tres años. Bueno, de los últimos seis meses que es lo verdaderamente interesante...si esas sábanas pudieran hablar. Lo único que agradezco infinitamente es que me siga viniendo la regla, con todo y el dolor que eso conlleva. Francamente es un sacrificio que no me hace feliz, pero es una bendición





Escribo y publico pero no porque tenga un afán enfermizo por enterar a medio mundo de mis desvaríos y pendejadas, sino por mi situación de paciente narcisista casi intratable con conducta antisocial significativa, que me dice que tengo un deber moral de ilustrarme a mí misma para evitar pasar nuevamente por las sendas oscuras por las que ya he pasado, recordarme estar en un continuo camino de reflexión y análisis para obligarme a permanecer consciente de las consecuencias de mis errores… y en el ínter cualquiera puede venir a analizar lo que escribo para indicarme mis incongruencias.

En cualquier escenario, por la condición de narcisismo, la aprobación o desaprobación del público lector pasa a segundo término. 

A pesar de que es mi voluntad publicar, que nadie me obliga, y que no es a huevo publicar los jueves sino cuando se me de mi gana, sospecho que me afán de empezar a colgar posts nuevamente se ha derivado del hecho de que he percibido un atroz bombardeo en mis redes sociales referente a la productividad, a aprovechar el tiempo y ser optimistas en la cuarentena para afinar nuestras habilidades y ser mejores. Y eso que no sigo a coaches puñetas ni vendedores de herbalife... a menos que secretamente mis contactos puñetas sean coaches o vendedores de herbalife y por eso publican mamadas.

Éste bombardeo atroz (de información, no de mamadas) no me quita el sueño, pero sí me pone en alerta porque aunque yo siga creyendo que la vida seguirá igual, la realidad es que allá afuera hay cosas que están cambiando y ésta situación atípica nos está cambiando a todos… he notado que todos los pensamientos que tengo a lo largo del día concluyen en incertidumbre derivada de la pandemia. Es horrible comenzar a hacer brownies y no poder evitar pensar que si la crisis se agrava los insumos vegetales para elaborarlos pueden escasear. El cacao y las nueces no son los únicos vegetales que llevan mis brownies.



Tenía mucho tiempo sin recostarme en la cama una tarde nublada para contemplar las nubes en el cielo a través de la ventana y sentir la brisa fresca recorrer mi cuerpo mientras la cortina de tela agitada por el viento húmedo deja entrar un sutil olor a tierra mojada… así, sin prisas, pero con un ligero dejo de culpabilidad por estar recostada una tarde haciendo nada, recordando en mi cabeza que es mi deber aprovechar tanto tiempo libre.

¿será que ésta vida agitada nos ha llevado a la angustia de sentirnos siempre útiles? ¿será que la inercia de la vida diaria nos agobia cuando no se ve reflejada nuestra productividad de manera tangible?


La vida moderna como la conozco es agitada y llena de plazos por cumplir, cuentas que pagar y compromisos que solventar, a tal punto de que a veces imagino como si la vida me pidiera una cuota para seguir viviendo, y que esa cuota que estoy pagando no corresponde a la calidad de vida que tengo. 


Me sabe realmente amargo darme cuenta que no podía disfrutar de mis primeras tardes de cuarentena porque intrínsecamente sentía la necesidad de saberme útil. ¿quién o qué me hizo tanto daño como para angustiarme en una tarde de hueva entre semana?... la precariedad económica seguramente: esa necesidad natural de hacer cosas para alimentarse y para alimentar a quienes dependen de nosotros: una condición intrínseca citadina llamada godín salario mixto, la misma condición que nos deprime una tarde de domingo cuando nos percatamos que al día siguiente es lunes y reflexionamos en el condicionamiento que nos hemos auto impuesto, para luego fingir ser conscientes de que nos agrada nuestra condición de peones. Peones, pero con acceso a netflix... podría ser peor y tener solo acceso a Multimedios por tele abierta.

Sabía que la oportunidad de disfrutar una tarde nublada estaba ahí, sin prisas, sin contratiempos, pero una parte de mi me decía que no es correcto disfrutar una tarde de miércoles porque mi día de descanso es el domingo.
 
Quienes me conocen saben que la foto es netamente ilustrativa, yo soy de la creencia de que una lata de cualquier cerveza es más nutritiva que una coca cola.
Si bien es cierto que durante esta circunstancia de baja actividad hay tiempo para aprender alguna nueva habilidad, tampoco hay una ley que nos obligue a hacerlo, a menos que tu religión te lo exija o haya quien se sienta inspirado cultivar nuevas habilidades... y ¿por qué motivo alguien encuentra inspiración para hacer el esfuerzo de adquirir nuevas habilidades en medio de un periodo de incertidumbre alimentaria, inestabilidad, crisis y angustia?. 
Supongo que para ser mejor. ¿Mejor que qué o mejor que quién?... dejen de mamar, que el entorno no es el mismo para todos y no todos requerimos las mismas habilidades, hay quienes llevamos ventaja con un postgrado y hay quienes nos llevan ventaja porque saben cómo cultivar su propio alimento… mejor rolen de la que se están fumando para obligarse a sentirse bien en medio de la crisis y tener la capacidad de darle la atención necesaria a un nuevo aprendizaje... yo también quiero aprovechar el tiempo para aprender cosas nuevas pero un afán angustiante me abruma ...  el afán de tener dinero para pagar la tarjeta antes de la fecha de corte.

Analizo lo anterior y veo que no dejamos de vivir en un ambiente hostil, en una jungla, en una carrera por la supervivencia. y a pesar de que trabajo en un callcenter y el servicio al cliente no es precisamente el cielo, no termino de acostumbrarme al estrés de la vida. Al final no solo es la disposición, o las ganas, porque casi puedo asegurar que todos las tenemos. Pero hay quienes tienen un ambiente propicio para desarrollarse y viven con el espacio y el mobiliario suficiente para dedicarse a sí mismos rutinas de ejercicio, cocina gourmet, bricolaje, etc y hay personas con apenas espacio en su casa porque comparten los pocos recursos con uno o más familiares. Hacinamiento, se le llama y muchos de nosotros lo hemos vivido de cerca aunque nos creamos muy civilizados. Yo padezco de hacinamiento en el alma... se me desbordan las emociones y no sé si estoy desesperada porque no tengo dinero o estoy llorando porque no tengo velas aromáticas 

Creemos evidente que quien adquiera una nueva habilidad incrementará sus probabilidades de sobrevivir, y entre más habilidades tenga, teóricamente menos difícil será la supervivencia. El verdadero reto es saber en nuestro caso particular qué habilidades será útil y benéfico aprender y perfeccionar para sobrevivir. 

Analizar las cosas desde ésta perspectiva me lleva a considerar que ésta vida se trata del estrés por procurarse el alimento, pero salir al cerro a cazar liebres no es una opción… por lo menos por el momento. Así que tendré que hacer uso de mis habilidades de godín asalariado que a lo mucho llegan a levantar el teléfono para pedir una pizza y realizar el pago con tarjeta desde una aplicación en el smartphone… siempre y cuando tenga saldo y que la cuenta de nómina tenga dinero suficiente para pagar toda la cadena productiva que implica llevar una pizza desde el campo donde cosechan el trigo hasta la puerta de mi casa por medio de un “uberits” ... ¿luego se extrañan de que esté toda histérica porque no estoy percibiendo comisiones?

Y aquí es donde la cosa se pone interesante, porque escribir un blog de chismes de mi vida no me genera ninguna utilidad, más que dar a conocer públicamente mis desvaríos, quemarme gratis y brindarle mucho deshonor a mi familia.

Pensé en aprovechar ésta cuarentena para ponerme seria y aprender algo para resarcir mi inutilidad, pero ¿qué aprender que no sea costoso, difícil o que requiera mucho tiempo?

Me puse a pensar (aunque no lo creas) en qué cosas podría hacer para aprovechar ésta cuarentena e hice una pequeña lista teórica de algunos útiles pasatiempos que siempre quise aprender: a tocar el piano, a hilar alfombras persas, a sembrar orquídeas exóticas, a preparar pez globo, a entender la mecánica cuántica…

Solo de pensar en que será una tarea titánica conseguir las herramientas que me ayuden a concretar con éxito mi lista me pareció agobiante, pero más agobiante me pareció el saldo de mi estado de cuenta, que casi llega a ceros esperando el siguiente pago mensual de comisiones… si es que llega.

Considerando el planteamiento que expuse líneas arriba y el monto de dinero del que estoy dispuesta a desprenderme para desacompletar mi canasta básica (chetos, doritos, cheve, mango, mucho queso panela y otros vegetales que llevan mis brownies) se me quitaron los ánimos de aprender todo eso y decidí reformular y preguntarme si esas habilidades me serán útiles para mejorar mi vida… en conclusión, ya me estoy cuestionando arduamente si una cédula profesional de verdad me sirve de algo para mis propósitos.




Lo único que puedo decir es que en esta cuarentena estoy aprendiendo a coshar y mi vida ha mejorado notablemente. Perdí los años más cogibles de mi vida en una fea, pelona y chaparra relación de siete años que fracasó estrepitosamente… pero ya me estoy poniendo al corriente.

La rola de hoy:  




jueves, 7 de mayo de 2020

En tiempos del Covid 19


Válgame. Ahora con esto de la cuarentena se supone que tengo tiempo disponible para escribir y en el tiempo que he pasado fuera de la oficina no he tecleado ni para responder whatsapps. Me la he pasado procurándome placer limpiando y cocinando (ahí me faltó una coma).





Antes de que continúes, pícale aquí y dale play a la playlist para que escuches mientras lees... 


Más de alguno supuso que aprovecharía ésta hermosa cuarentena (no es sarcasmo, curiosamente mi vida mejoró hermosamente con la cuarentena) para escribir y resucitar a la Dulcinea, he escrito bastante desde el pasado 28 de Octubre. De hecho todo lo que he escrito está como para una novela y no es para menos: a raíz de mi divorcio me inventé una faceta de libertad sexoafectiva sin compromisos con un recién creado hato ganadero (para los del conalep, putería) y tengo anécdotas que podrían llevarme al escarnio público. A mi favor solo puedo aclarar que todo fue legal, consensuado y menores de edad no participan en mis asuntos.

He querido organizar mis apuntes para publicar, algo así como "curarlos" pero no he tenido tiempo de sobra aunque he estado ausente de mi empleo godín. Me doy ánimos pensando que si en unos días más ésto se pone de la ulta versh me mandarán de cuarentena con gastos pagados, o con el salario mínimo por lo menos. Y ahora sí mi sueño se hará realidad: podré fingir que me dedico a escribir mientras estoy en casa y depositan a mi cuenta. 

Y es que no me he ido por completo de cuarentena porque laboro para una de esas empresas que realizan actividades para algún giro que a su vez trabaja para la industria que le provee a algún cliente que a su vez le abastece a algún giro esencial.

Es mi deber aclarar que ésta situación del Covid 19 me ha resultado muy favorecedora en lo personal. Yo entiendo que para muchos ha tenido un impacto negativo, y que dentro de unos meses a todos en el mundo nos estará cargando la chingada. Y en virtud de que a todos nos cargará la ñonga lo único que nos queda es disfrutar porque la situación cambiará de tal forma que no nos vamos a percatar del momento adecuado para empezar a untarnos mucha vaselina. Sospecho que ésta no será la única cuarentena que vivamos en el futuro próximo.

Ésta situación excepcional no me tiene preocupada, ¿cuál es mi secreto? que siempre pienso que es posible que todo valga madres en cualquier momento de mi vida. Al final me acostumbré a vivir en ese constante estado de falta de certeza  y mis niveles de adrenalina y cortisol no se disparan con cualquier cosa ni por cualquier motivo. La inestabilidad y la incertidumbre en mi vida son cosas de todos los días, son cosas naturales y me habitué a ello, es como aprender a vivir en la jungla. Por eso no tuve tres hijos. 

Ahora que lo pienso bien, tal vez lo mío sea cínismo y conchudez: éste ambiente de incertidumbre me trae recuerdos, en específico de la escuela… siento ese alivio como cuando el profe llegaba a pedir una tarea que nadie hizo o cuando se aplica un examen sorpresa y todo el alumnado está consciente de que va a tronar como ejote: me justifico pensando que todos somos iguales. No confundir con schadenfreude, simplemente la jodidez es generalizada y me incluye a mi.

Así es, saber que a todos nos va a cargar el payaso me tranquiliza bastante por inusual que parezca.  Saber que en general todos estamos pasando  por la misma situación tiene en mí un efecto terapéutico de consuelo. Ya sé que no es pretexto para cruzarme de brazos y que la vida siga, pero tomando en cuenta que ni siquiera tengo deseos de esforzarme en esta flojera generalizada perpetua de un domingo eterno, no pienso mover un dedo mas que para lo estrictamente necesario: escribir, comer, ir al baño, dormir y coger en exclusividad. Sí, coger en exclusividad. Ya luego les contaré.

Se lee irónico el meme que dice que por fin podemos servir a la patria desde el sofá. Ahora sí mi hueva tendrá algo de provecho. Agradezco que vivo sola y no tengo 16 años porque estaría obligada a levantarme temprano y no tener ni un solo rato de ocio… o lo que es peor: no poder disponer del tiempo para descansar porque si mi papá me viera dormida me levantaría de inmediato para no tenerme de huevona… porque aunque no haya algo que hacer, para mis papás siempre existe la oportunidad de hacer algo. Lo que no entienden es que  para mí “algo” abarca desde hacer “quiacer” hasta hacer nada, y en circunstancias de cuarentena prefiero hacer nada. Me agradezco por vivir sola y poder hacer lo que se me pega la gana dentro de mi limitado presupuesto quincenal. Le envío mis más sinceras condolencias a quienes deben pasar una cuarentena de infierno al lado de sus maltratadores, sean hombres, mujeres o... niños. Solo una madre sabe lo dañinas que pueden llegar a ser esas pequeñas criaturas para la salud mental, la paciencia y la cordura. Pregúntenle a la mía, aún trata de superar el trauma que le supone mi existencia.

Más que permanecer en mi casa, me gustaría permanecer en mi talla.
Los más optimistas dicen que ésto del coronavirus era necesario para “elevar el nivel de consciencia”; “limpiar el planeta”, “amarnos los unos a los otros”... y yo creo que es algo más simple, es algo que pasa y ya así como cuando caen meteoritos, existen las tormentas solares, los agujeros negros y los hoyos prietos. Es parte del funcionamiento de la naturaleza. 

Sí, confieso que soy del grupo de los escépticos amargados con poca capacidad de sorpresa, y elijo estar en ese grupo gracias a que tengo un cerebro que no me deja pensar que el coronavirus es un conjunto de nano chips que se implantan con una vacuna de líquido sinovial comprado en la 'dipgueb', para controlar a la humanidad por medio de las antenas 5G. Me siento afortunada al poder elegir estar en el grupo de los ciudadanos que pensamos que ésto no es obra de satanás sino parte de un proceso natural evolutivo y como tal debemos efectuar medidas de mitigación por el momento... y  la opción de elevar el nivel de consciencia es buena si te funciona para volverte menos tont@. 

Yo les aseguro que ningún famoso especialista en gestión de riesgos consideró éste factor como parte de su análisis FODA en la planeación de la organización de la ejecución del control de éste planeta… y digo famoso, porque no me quedan dudas de que a alguno de los siete mil quinientos noventa y cuatro millones  de habitantes de éste planeta ya se le había ocurrido que ésto podía pasar. Sobre todo a mi compadre Juan en la última peda, como quince años atrás, que anticipó ésto después de una botella de tequila: un virus y su putería fueron las predicciones, y en ninguna de las dos falló.

Como sea el puto virus ya está aquí, y los más optimistas hacen memes mientras los conspiranoicos fabrican gorros de aluminio, los inconscientes salen a la playa y los escépticos nos conformamos con alcohol, drogas y sexo o los tres, mientras tengamos.


Sin lugar a dudas esta contingencia apenas está comenzando a impactar y los efectos seguramente van a incidir en muchas decisiones. Desde ya, éste escenario provocó consecuencias en poco tiempo: le dio un respiro a la naturaleza. Esperemos que solo sea un respiro y que no agarre su segundo aire para exterminarnos a todos.


La situación con el coronavirus es un contratiempo más en ésta vida plagada de obstáculos. Año con año me propongo objetivos a cumplir y por diferentes razones ajenas a mi voluntad no los cumplo. Ésto del Covid 19 es un obstáculo más a mi lista de cada año, y dejará de ser obstáculo para convertirse en pretexto y ser colocado en mi vitrina de pretextos junto a la procrastinación disfrazada de “el lunes empiezo” y la desidia vestida de “necesito comprar un, para empezar con”. En fin que tras un divorcio el 2020 pintaba para que fuera mi año pero, como diría un magufo que conozco, “el virus es la respuesta karmática para los errores cometidos”. No me suena lindo quedarme con la creencia de que el virus es un castigo mundial por mi pendejez, mi pendejez fue exhibida al momento de haberme casado con un cretino a sabiendas de que todo mundo sabe que es un cretino y el virus no tiene nada que ver aquí… o tal vez diosito pasito perrón no está muy contento con la humanidad en general, o con Karla Panini.

Como sea ahora las calles lucen semi vacías. Aún hay ignorantes con mucha valentía que siguen repartiendo apretones de manos, la mayoría en nombre de Jesús porque la sangre de cristo tiene poder, ¿cómo se le dicen a esas personas, sin que se ofendan, que se vayan mucho a lavar la cola?... igual en lugar de presentarles a Susana Distancia, mejor les mando a Abraham Sealaverga.

No me considero paranoica, pero aún antes de la contingencia evitaba tocar a la gente, entiendo perfectamente el “no me toques, ando chido”, y prefiero las cosas desde lejecitos. No soy de dar besos y abrazos a cualquier persona.  Me apena mucho intervenir con la gente porque por lo regular digo o hago cosas que les ponen en situaciones incómodas cuando me piden una opinión sincera. La mayor parte del tiempo solo atino a decir comentarios que pueden herir susceptibilidades en las poblaciones emocionalmente vulnerables, y es por eso que no muestro mucho interés por lo que les sucede a los demás, pero lo puedo fingir si analizo la situación desde la perspectiva de mi interlocutor. Así es: aunque no lo sea, me muestro desapegada e indiferente emocionalmente la mayoría del tiempo, hasta que viene alguien a pedirme algo en específico. Me siento bien siendo así y me justifico analizando ¿qué es más útil? ¿Que alguien que finja te ayude haciendo algo o que alguien que te trate mostrándote “interés genuino” te diga que solo rezará por ti y mandará buenas vibras?. (Estoy consciente de que aplica en sentido inverso también, no te incomodes)

Aprovecho para mencionar, que si bien no me emocionan las relaciones públicas, me agrada que la gente me busque solo cuando tiene problemas que con seguridad puedo ayudar a solucionar, así me siento útil y puedo aportar a mejorar la vida de alguien. Piensen que entiendo que si no me buscan es porque están ocupados siendo felices sin presumir su felicidad, y es bonito. (También debes estar consciente de que entiendo que aplica en sentido inverso, no me incomodes)

Ésto apenas comienza, y me gusta pensar que en este periodo nos estamos descongelando para movernos a algo nuevo y diferente como sociedad en general. Debemos estar unidos y preparados con mucho papel higiénico porque no tardan en llegar las avispas asesinas.

Me siento afortunada por no estar confinada en casa y venir a trabajar dos días a la semana a un lugar seguro. Somos pocos en el despacho y tengo mi propia oficina… además tiene una agradable temperatura de 21 grados centígrados. 

Pero con todo y las comodidades ya quiero que sea fin de semana porque...




...aunque el panorama es incierto tengo fe: dejé el ateísmo, tuve la fortuna de encontrarme un pinshi dios sexual que me ofrece a chupar de su carne y de su sangre, pero ese es tema para otro post.

La rola de hoy: I miss you de Blink 182




Pd. influida por el ángel de mis pesadillas y dedicada especialmente al que ha sido hasta ahora el único demonio capaz de entender mi infierno