jueves, 8 de junio de 2017

El cereal se come con amor

Si hay algo que me fastidia, es hablar de amor. Sin embargo en estos días es para mí inevitable tocar el tema, no porque tenga el corazón roto… bueno, sí tengo el corazón roto, (se siente re – gacho que a una la manden a la chingada), pero no toco el tema por eso, sino porque hoy estoy en día 27 y tengo SPM… no, no es Su Puta Madre, es Síndrome Pre Menstrual… y por lo tanto estoy susceptible. No me gusta quedarme esperando por amor…




Ojalá eso del amor fuera tan fácil como las matemáticas, (porque hasta el Teorema de Femat se puede demostrar), sin embargo es una total complicación tener una relación de pareja… al menos conmigo. Y es que cómo ya lo dije antes: “es difícil para mí convivir conmigo misma, y como apenas puedo con mi vida, mis condiciones,  mis traumas, mis complejos, lo último que podía hacer era empujar a alguien más para que saliera adelante con su vida, sus traumas y sus complejos”




Y es que es difícil amar a alguien de la manera en la que esa persona espera ser amada, y más difícil aún si ese ser amado no expresa abiertamente de qué manera le gustaría que le amaran. Y es por ese pequeño problema de comunicación asertiva que las “foquin expectativas de shit”, hacen de las suyas destruyéndolo todo a su paso.

Tal vez tengo una expectativa muy alta del amor, y no es para menos: se trata de mi vida y de lo que deseo dar y obtener para estar bien, pero al mismo tiempo también se trata de no ser egoísta y compartir para el bienestar del otro, pero ¿hasta qué punto es sano compartir y ceder para el bienestar del otro?




Aquí es donde vienen las confusiones y los malos entendidos, porque hasta el empeño por mejorar la calidad de la relación puede resultar contraproducente si los esfuerzos no se dirigen a un objetivo claro y específico… ya sé que eso suena muy técnico, así que trataré de explicarlo con una parábola: y=ax2+bx+c … aunque no lo creas, será más fácil para mí explicarte lo anterior graficando la función cuadrática que tratar de ejemplificar parte del comportamiento humano en una relación de pareja, pero ahí voy:

“Había una vez…” perdón, no pude evitar comenzar la parábola con esa frase.
Dos personas: Alex y Francis, sí, personas  sin especificar si son hombres o mujeres… por aquello de las relaciones igualitarias, (¿o preferirías Sacramento y Asunción para no ser malinchistas?), se conocen y se dan cuenta que les agrada estar en mutua compañía, así que pasa el tiempo y poco a poco, entre el ir y venir diario, las llamadas ridículas (cuelga tú, no tú primero), los mensajitos que alegran el día (hola, vi algo bonito y me acordé de ti <3 <3<3),  y los detalles lindos, se dan cuenta de que desean pasar más tiempo en convivencia y deciden cohabitar.

Tomar la decisión de vivir en la misma casa me pone la piel chinita, y es que solo de pensar que voy a ocupar un espacio, un territorio al que no estoy acostumbrada, o que alguien más va a ocupar mi territorio, me da pánico… porque así se pueden dar cuenta de lo loca que estoy!



Una vez que deciden cohabitar, y en el frenesí del océano de posibilidades que esto implica (sexo en la ducha, en la sala, en la cocina, en todos lados y a todas horas), ambas personas comienzan a poner todo lo que está de su parte para tener una relación cachonda, sana y armónica.

Un día, al hacer las compras en el súper, Francis recuerda que en alguna platica del año '68, Alex comentó en el momento del desayuno,  que prefería el Corn Flakes a los cereales dulces, y éste comentario se guardó en la memoria de Francis. Tú sabes, cuando uno anda ligando se fija hasta en esos detalles ridículos que menciona el bien amado. Pues total que Francis, en virtud de ese comentario, decide comprar Corn Flakes para Alex, sin consultarle, sin pedirle opinión. Y ¿para qué preguntarle? Si Alex mencionó que los prefería… lo que no recordó Francis es que en ese momento Alex estaba a dieta… y aún no tenían sexo.



Sin embargo, Alex solo mencionó la dieta como un pretexto, porque en realidad Alex quería restringir la cachondez que Francis le inspiraba, Alex sabía que el mismísmo Dr. John Harvey Kellogg, cual vil fanático religioso, había inventado los cereales de maíz deshidratados para luchar contra… el impulso sexual. En efecto  queridos lectores, esa famosa marca de cereal, que en más de alguna ocasión habrán consumido en el desayuno, fue creación de un mochofanático puritano, entusiasta activista contra la masturbación y dicho sea de paso, voyeurista clismafílico… y dicen que la enferma es una. (Sí, yo también me quedé con la boca abierta el día que me enteré. Si no sabes qué es “clismafilia”, búscalo en google… en una pestaña de incógnito, de preferencia). En fin, prosiguiendo...

Al llegar a casa, Francis le dice a Alex, con un brillo especial en los ojos y una enorme sonrisa:
-amor, mira, te compré tu cereal favorito con mucho amor, y con el último vale de despensa que me quedaba
-corazón, no te hubieras molestado
-no es molestia mi vida, sé que te gusta mucho, tu felicidad es mi felicidad, espero lo disfrutes…

Alex, quedó en estado de sorpresa y decepción, porque en aquél momento que mencionó la preferencia por el cereal, sólo lo hizo por quedar bien para ligarse a Francis. Y no le iba a decir el verdadero motivo por el cuál consumió cereal Corn Flakes de Kellogs durante un buen tiempo, así que decidió guardarse sus opiniones y consumir, muy a su pesar, las insípidas y aburridas hojuelas de maíz… aunque hubiera preferido Chocrispis o Zucaritas, o fruty lupis o algún otro cereal más dulce. Sin embargo, para no hacerla de pedo y no clavarse en una nimiedad, decide comer Corn Flakes en el desayuno… total, ya no necesitaba ni hacer dieta, ni aguantarse la cachondez, puesto que ahora, verse y tocarse las lonjas mutuamente, era algo romántico y muy sensual.

Pasados unos días, Alex casi agotaba por fin el paquete de desabridos  ”confleis”, pero para su sorpresa, Francis llegó del súper con otras 10 cajas del mismo cereal de sabor intratable… pero para no hacer una tormenta en un vaso de agua, Alex decide tragárselo en el desayuno muy a su pesar… sobre todo porque sabía que Francis lo compró con la mejor de las intenciones, y a costa de algunos gustos que no satisfizo por invertir en el cereal que consume su amorcito, además quería evitar problemas, porque de antemano sabía que si Francis se molestaba, no tendrían sexo ardiente y sucio.

Alex no sabía cómo explicarle a Francis que después de tantos años, sus gustos por el cereal habían cambiado, y que ahora le interesaba tener más cachondez que nunca, y sabía también que era muy probable que Francis no soportara la crítica, y mucho menos después de haber gastado una cantidad considerable de dinero para darle gusto. Así que, en vista de su falta de comunicación,  ausencia de asertividad y su exceso de cobardía, se le ocurrió una idea: acabarse el cereal a como diera lugar, para entonces ir al súper y comprar con su propio dinero un cereal más acorde a sus gustos, llevarlo a casa, decir que lo probó en una degustación de oferta, y que ahora es su favorito por encima de los ya tradicionales Corn Flakes…  Así que Alex, comenzó a consumir el cereal con desesperación, cual  “niño dios-picio” y como si tuviera un ataque de perra… de perra hambre. Y comía cereal en el desayuno, en la comida, en la cena, y hasta en la sopa. Así se acabaría más rápido el pinche cereal que ya hasta comía en sueños y pronto podría comprar su abastecimiento de cereales frutochocolatosos cargados de azúcar y en versiones de tigre, elefante, tucanes y hasta unicornios con bombones… soñaba ansiosamente con que llegara ese glorioso día. Pero resulta que Francis, en su afán por quedar bien con su “cariñito” se adelantó a la compra y abasteció la alacena con un convenio establecido con la Kellogs para tener cornflakes de por vida y en la puerta de su hogar... ya que supuso que a Alex le encantaba el cereal más que nunca, puesto que lo comía a todas horas, en todo lugar y con mucha desesperación.

Evidentemente, después de este hecho, Alex no tenía más que dos opciones: decirle a Francis que detestaba el cereal y aguantarse las consecuencias (posible restricción sexual como castigo), o aguantarse,  tragarse el cereal insípido y detestar encontrarse en esa situación (pero eso sí: con sexo)… así que ¿adivinen qué escogió Alex?… por supuesto, todos los días Alex consume resignadamente su cereal del Gallo Cornelio. (lo bueno para Alex es que no se le ocurrió desde un principio ponerse a dieta con All Bran )

Si ésto es con un puto cereal… ¿Qué será con las situaciones diarias a las que nos enfrentamos en pareja?  Tomar decisiones trascendentes como vivir juntos, comprar una casa, mudarse de ciudad, o lo que es peor… tener hijos. Y no estoy hablando de perrijos, sino de niños humanos, de esos que tienes que alimentar cada dos horas durante sus primeros meses de vida, llevarlos a la escuela y pagarles la universidad… da miedo.


El punto es que en el ejemplo,  ninguna de las dos personas tenía intención de lastimar en mal pedo, al contrario, ambas partes están dispuestas a participar… el problema es que no estaban dirigiendo sus esfuerzos y energías a objetivos claros y específicos, caray, que de haber tenido comunicación sin prejuicios nos la hubiéramos pasado más chido…digo se la hubieran pasado más chido.

La situación que ejemplifica  ésta burda parábola,  podría haberse resuelto favorablemente si ambas partes hubieran expresado sus deseos de manera clara y concisa, con mucha practicidad (con harrrrrrrta comunicación asertiva), y con la apertura a recibir retroalimentación (aclaro que el significado de "retroalimentación" NO es "comer por el culo"). Sin embargo no es tan fácil cuando inicias una relación porque quieres quedar bien (y la otra parte también), pasa el tiempo, dejas pasar las cosas, se convierte en costumbre, te habitúas a los sucesos, te abandonas en un afán por contribuir a mejorar las cosas (o simplemente por no hacer pedos), te callas, te resignas, y poco a poco vas sintiendo cómo se muere tu alma.




Si pudiera regresar el tiempo, sería más asertiva en la comunicación, hablaría sin miedos ni tapujos, pediría lo que me gusta, dónde me gusta y cómo me gusta y a la hora que me gusta, pediría opinión antes de tomar una decisión, y sobre todo, por encima de cualquier expectativa, aclararía dudas y en lo posible evitaría malos entendidos.  Parece muy simple, pero para mí es difícil, porque en ese tipo de negociaciones se pone al corazón de por medio, y lo que menos quiero es que me lo rompan (el corazón).




Si pudiera rescatar algo, me quedaría con la complicidad, con la picardía, con sus abrazos y besos espontáneos, con sus palabras y frases bonitas, con su afán por tomarme de la mano en todo momento, con su aliento en mi nuca cuando... duermo. Y si pudiera regresar el tiempo, abriría mi corazón y le diría todo eso que no quise decirle por miedo a ser lastimada en mi intimidad... tal vez hubiéramos podido rescatarnos, pero ésto me da la oportunidad de haber aprendido para iniciar algo nuevo con otro enfoque: uno más apegado a la realidad, uno donde pueda mostrarme como soy verdaderamente en mi faceta mas tierna, dedicada, romántica, vulnerable, psicópata, intensa, impulsiva, irreverente, ninfómana... a riesgo de que tanta honestidad tal vez me lleve a la ruina.




 ¿Por qué no se puede tenerlo todo? Y no, no estoy pidiendo una pareja con atractivos rasgos,  cabello rubio,  de ojos claros  y un buen cuerpo, ni tampoco alguien con mucho dinero, ni con coche nuevo y del año… a estas alturas de mi vida, solo deseo intimidad física e intelectual con alguien emocionalmente sano que me permita ser yo misma… con todo lo que conlleva. Ok Emmy, ¿los ojos claros los prefieres en azul o en verde? (jajajaja, ya sé, estadísticamente es más fácil encontrar modelos de pasarela que se fijen en mí, a una persona que me  deje ser yo misma)



En vista del (nulo) éxito obtenido, ahora puedo determinar que es más factible encontrar la solución a la Hipótesis de Riemann (y ganarme el millón de dólares que ofrece el instituto Clay), a resolver mi situación amorosa: soy más complicada que las matemáticas.



Lo que tengo que aprender, muy a mi pesar, es a soltar y dejar ir... y es que a veces lo extraño tanto que se me olvida que está mejor sin mi.




la rola de hoy...   
Here I am expecting just a little bit ...Too much from the wounded ...But I see through it all ...And see you.

...you don't see me at all

4 comentarios:

  1. Callar es para algunos de nosotros lo más difícil de hacer pero es verdad Dulcinea el miedo a perder es mucho más grande aún así que muy a pesar de perdernos en un mar de auto engaño es preferible a morir ahogandos de una soledad inofensiva pero fatal

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    1. y me caga que las cosas tengan que ser así, porque callé durante mucho tiempo y había días que me sentía muerta en vida

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  2. Nadie sabe con quien se casa hasta que se divorcia

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