Por fin casa, casa
para mi solita aunque sea en renta, pero no más batallar, no más escaparme y
descolgarme por la cerca, no más pedir perdón (es que ya ni pedía permiso
porque nunca me lo daban). No más perderme de fiestas y reventones. Bienvenidos
todos, mi casa es su casa.
Llegué a la “Casa
Azul”, así fue como la bautizaron mis amigos. Y llegué con un sleeping bag, mi
ropa, mis libros, mi guitarra y mi tele con VHS integrado. Nada de muebles,
nada de lujos. Y no me importaba, ya que nunca más escucharía el fastidio de
las limitaciones de mis papás: No quiero que hagas fiestas en la casa. Debes
llegar a casa antes de las diez de la noche. No tengas la tele, el radio y la
luz prendida al mismo tiempo. Apaga el calentador cuando te bañes y no te
tardes en la regadera, hay que ahorrar agua. No dejes trastes sucios en la cocina.
Limpia tu tiradero. Ayúdanos a quitar la maleza que crece en el jardín. Saca la
basura… Que molestia!!! Son unos exagerados!, no le ven la diversión a la vida,
siempre fregando con haz esto, haz aquello, limpia, acomoda, lava,
organiza…blah blah blah y la frase que más me chocaba escuchar: -ésta es mi
casa y vives bajo mis reglas, el día que tengas tu propia casa harás tus
propias reglas.
Todo ese fastidio
fue uno de los motivos de mas peso para que me consiguiera una casa para mi
solita, y una vez la tuve todo era bello, todo era hermoso, podía, salir a la
hora que quisiera, con quien quisiera y a donde quisiera, invitar a quien me
diera la gana y hacer lo que se me antojara, levantarme a la hora que se me
quitara el sueño, limpiar cuando yo lo decida, no cuando me lo ordenan. Y así
fue:
Para empezar mi
libertad, hice una peda de inauguración… no se quien llegó a mi casa, ni a que
horas se fueron, tampoco supe quién incendió las cortinas, ni quien vomitó en
el closet. Ni idea de quien grafiteó a mi gato. No supe en que momento alguien
intentó suicidarse ahorcándose de la regadera con la cortina de baño. Encontré
a un individuo perdido de borracho en el patio y por la posición en la
que lo encontré, supuse que se había quedado dormido mientras hacía yoga.
Maldigo la resaca, y maldigo la nosequecosa pegosteosa y asquerosa que hace que
se me peguen los zapatos al piso, maldigo el tiradero de bachichas que dejaron
por todos lados, los vasos con bebidas a la mitad…¿Qué $&%/$# tomamos? Huele peor que el benceno. Con eso
de que los cuates invitados son “catadores universales” no dudo que para
exacerbar los efectos le hayan puesto anticongelante, diesel o fogatol al agua
loca.
Regla Numero uno: A
partir de este momento, queda terminantemente prohibido hacer fiestas en mi
casa. Ya no invitaré gente a mi casa, y mucho menos a ponerse pedos. Ps que se
creen?? Vienen y dejan su desmadre, y la que tiene que limpiar soy yo. Todavía
les presto la casa muy amablemente y tienen la indecencia de hacerme una
bacanal, yo ni siquiera me divertí tratando de cuidar que no me hicieran
destrozos y de todas formas me hicieron su cochinero. Ni piensen que mi fiesta
de 19 años será en mi casa, ni madres!!
Me hubiera gustado
hacer la fiesta en la casa de mis papás e invitar a todos mis amigos, pero es
mejor vivir sola. La segunda semana en lugar de hacer la party en mi casa,
mejor nos trasladamos a la casa de un pobre incauto, a quien la peda le dejaría
como recuerdo un enorme tiradero que limpiar.
Estudiaba la
universidad en el turno nocturno y cuando vivía en la casa de mis papás, solo
tomaba un camión y llegaba directamente al parque a echar relajo con mis cuates
de la cuadra, lo que le ocasionaba muchos problemas a mi papá porque se me iba
el tiempo y llegaba a la casa hasta las once. Ahora que vivo en otro lado tengo
que salir de la escuela e irme corriendo al camión antes de que me deje el otro
camión que tengo que tomar, porque de lo contrario tengo que pagar taxi y mi
economía no está para eso. Extraño a mis cuates de la cuadra, pero es mejor
vivir sola que en la casa de mis papás… Regla numero dos: Tomar el camión
temprano para llegar minutos antes de las diez, de lo contrario tendré que gastar
en taxi y mejor prefiero con esa lana comprarme unas quesadillas de pastor para
cenar en casa.
Llegando a la casa
y no había luz. Ok, que no cunda el pánico, no tarda en llegar. Oscurece, no
hay luz y la oscuridad no me da miedo, lo que me da miedo es no poder ver la
tele, y no es miedo, es pánico. Lo mas raro es que los vecinos sí tienen luz ¿?
$%&dita sea olvidé pagar el recibo de la luz!! Ok, ok, me quedé sin luz, pero es mejor vivir
sola.
El casero me
encargó mucho el pago, y entre mi tiradero no supe donde dejé el recibo y
cuando llegué a la CFE ,
me dijeron que el total a pagar es de $450…
Regla numero tres
“Ahorro de energía”: En esta casa se apagan todas las luces, no se prende el
radio y la tele al mismo tiempo y en cuanto tenga una lana, compraré focos
ahorradores. No tengo ni idea de cuanta luz “jala” el ampli de la guitarra
eléctrica, pero a partir de este momento quedará prohibido cualquier tipo de
ensayo “inofensivo” que utilice electricidad.
Como medida
precautoria establecí la regla numero cuatro: para no pagar tanto de agua, comenzaré
a cerrar la regadera mientras me enjabono y reduciré el tiempo de mi ducha de
una hora y diez a solo diez minutos, cerraré la llave cuando me lave los
dientes, usaré el agua del enjuague de ropa para limpiar el piso y echarle al
baño. Aprovechando, para no gastar tanto gas que es carísimo establecí la regla
numero cinco: me levantaré temprano para prender el calentador solo durante
quince minutos, en lugar de dejarlo encendido las veinticuatro horas del día.
asi me hubiera gustado verme al bajar por la escalera, con una marcadora en lugar de un zapato |
Extraño la comida
de mi mamá… pero es mejor vivir sola. Por la noche tenía pesadillas, los tacos,
tortas con queso y tamales que llevaba a casa para la cena eran los culpables, me los tenía que acabar porque no tenía un
refri para guardar los sobrantes, ni un micro para el recalentado. Una noche de
esas, un ruido extraño me trajo desde mi quesadilla en la calle del infierno
hasta la fatídica realidad… se oía en el piso de abajo algo así como un rasguño
y una especie de gruñido, también percibía como un “scratch, scratch”, el ruido
era muy peculiar, como las navajas de Freddy Kruger sobre un plato de cerámica,
como un chirrido penetrante… Dios mío, hay un loco que ha venido a matarme!!!.
Poniendo más atención me di cuenta de que el sonido venía claramente de la
cocina, de la tarja para ser exacta. Me levanté y me percaté de que mi gato no
estaba junto a mi y pensé: - habrá salido a cazar ratones… ratones??? Dios! ese
sonido se escucha como una rata royendo los platos sucios que tienen casi una
semana!! Y mi gato?? Bien gracias. Con harta precaución bajé las escaleras muy
bien armada con un zapato… recordemos que no tenía muchas cosas con las cuales
defenderme y en ese momento hubiera dado mi reino por una marcadora con gas y
hartas balas de pintura. En la casa de mis papás no había esos peligros, pero
es mejor vivir sola. En cuando encendí la luz, vi cómo un roedor saltaba desde
la tarja hasta el piso. Casi muero porque no tenía ni una silla a la cual
saltar como una loca.
Regla numero seis lavar
los trastes: por precaución tengo terminantemente prohibido dejar un solo plato
sucio… mas que miedo, le tengo asco a las ratas.
La experiencia ya
descrita me llevó a la regla numero siete: limpiar mi tiradero. Al darme cuenta
de que extravié el recibo de luz, que mis tres tristes platos estaban perdiendo
la gracia en la tarja, que había descuidado el patio y ahora tenía toda una
jungla en la parte de atrás, y que el desorden era solo mío porque nadie mas (a
parte de mi gato) vivía ahí, supe que tenía que reorganizar el feng “chuy” para
mantener el equilibrio e implementar un programa de 5 eses antes de que se me
junten cinco heces en la caja del gato.
Aunque mi mamá no
esté para ayudarme a limpiar, es mejor vivir sola. Puse manos a la obra y
descubrí que el olor raro, como a “rancio” que de repente percibía en la casa
era debido a un taco de tripas echado a perder que alguien me dejó en un
cortinero como recuerdo de la peda de inauguración. Para prevenir las ratas,
hice la regla numero siete: quitar con mis propias manos la jungla de malas
hierbas que tenían ahí ya un buen rato. Extraño la podadora de la casa de mis
papás, pero es mejor vivir sola. Al terminar la limpieza amarré tres bolsas con
basura para sacarlas después… No contaba con que mi gato Angst era muy
inquieto, y para calmar su aburrición se daría a la tarea de despanzurrar las
bolsas y regar su contenido por toda la casa.
Regla numero ocho:
la basura se saca todos los días y aunque tenga que perseguir al carretón, no
me volveré a quedar con bolsas en casa.
Fatídica
conclusión: Irónicamente, las reglas en mi casa eran las mismas reglas que en
la casa de mis papas. Y ni siquiera me quedaba el orgullo de decir que las
reglas en mi casa eran creación propia, porque se las había pirateado a mi
papá. Es mejor vivir sola ¿?, porque ni siquiera podía volver a casa de mis
papás. Antes de irme mi madre me advirtió muy claro: -salida la mercancía, no
se aceptan devoluciones.
La rola de hoy: la
rola que le dediqué a mi mamá mientras quitaba las hierbas y maldecía mi
suerte… i´m hungry, i´m dirty, i´m losing my miiiiiind, eeeevery thing is
fiiiiiiiiine.
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