viernes, 7 de septiembre de 2012

El Karma...



De niña, eso de “El Karma” me sonaba como a película de terror de esas donde tribus de salvajes sacrifican doncellas arrancándoles el corazón en un altar.

Y mis creencias no estaban tan erradas, desde muy pequeña aprendí acerca de Dios, ese malvado vengativo que en caso de portarme mal, me arrojaría a las llamas del infierno para deleitarse con mi sufrimiento. Así que cuando era pequeña, procuraba portarme bien para que “papá Dios” fuera buena onda conmigo y me dejara entrar al cielo con mis alas de angelito para permitirme comer del “banquete divino”.

Hace poco mi hija me dijo con entusiasmo que cuando sea grande quiere ser monja. Sonreí, le acaricié la cabeza, le di un beso y dos palmaditas en la espalda: sé que pronto los pensamientos impuros saldrán de su mente infantil, y cuando eso suceda comenzará a pensar razonablemente y decidirá convertirse en bombero, astronauta o doctora. ¿Volverse monja? esas cosas son del diablo…

Sin embargo, recordé que a su edad yo también quería ser monja y convertirme en santa, olvidarme de que Luis Alberto Andrade Vega existía en mi infantil mundo de tercero de primaria, y ser partícipe de la salvación del mundo volviéndome misionera.

¿Monja misionera yo? Jajaja, ahora en la actualidad solo me queda lo de “misionera”, pero la posición…

Pasaron los años y me di cuenta de la realidad del mundo, bueno, de una pequeña parte de la realidad del mundo: La divinidad no es como la pintan en los templos… literalmente la pintan bonita en murales y cuadros, pero la realidad es otra. El catolicismo que yo aprendí solo imponía una doctrina de pobreza y sufrimiento, y yo veía que los ricos se la pasaban muy bien. Al ver eso, neta que yo no quería ser pobre para vivir en el reino de los cielos. Era claro que a los niños que se portaban mal también les traían regalos los Santos Reyes, y a veces hasta mejores regalos que a los que hacíamos tremendos esfuerzos por portarnos bien. Era evidente la práctica aplicación de axiomas maquiavélicos bien efectivos como “el que no tranza no avanza” o “chíngale que vienen chingando”.

Por lo anterior, comencé a cuestionarme acerca de la veracidad de la doctrina que profesaba. Razonando, le di vueltas al asunto hasta llegar a quedar más confundida que cuando comencé a pensar la relación causa efecto entre:  vida injusta – religiosidad – castigo- arrepentimiento – premio – salvación eterna… vida asquerosamente aburrida.

Tenía 12, casi 13 años cuando hice mi “primera comunión”,  no seas mal pensado, con primera comunión me refiero a Primera Comunión, osea, ese proceso por el cual a uno lo acompaña un padrino para por primera vez a comer “el cuerpo sagrado”  y tomar vino en un recinto privado… ok, me explicaré mejor: la Primera Comunión en la religión católica, la cual indica que nos convertimos oficialmente en caníbales del cuerpo y la sangre de Jesús, previa absolución de nuestros pecados por un wey que puede ser mas pecador que nosotros mismos.

Hablando del proceso de la confesión… uuuuyyy, suena aterrador, sí, suena aterrador cuando uno tiene seis años y a uno lo amenazan con irse al infierno. La verdad es que a mis doce tiernos años también me sonaba aterrador eso de tener que decirle a un viejito cuales son mis pecados, sobre todo porque a mis doce años me sentía sucia y culpable por imaginarme, (no necesariamente con ropa) al lado de Glen Lantz, de la película “pesadilla en la calle del infierno”... de haber sabido a los doce años lo que mi mente cochambrosa sería capaz de pensar a mis 31, me hubiera auto flagelado con un auténtico “flagrum romano” y crucificado en la misma cruz de jesucristo hasta morir desangrada en penitencia por los pensamientos impuros que tendría diecinueve años después, y aún auto flagelándome y autocrucificándome, me hubiera ido al infierno por no alcanzar esa penitencia para pagar mis culpas, ya que a parte de Glen Lantz, en mi mente cochambrosa también fueron protagonistas de mis sueños húmedos: Edward Scissorhands , el Detective Ichabod Crane, el escritor Mort Rainey,  Willy Wonka,  Jack Sparrow, Benjamin Barker, el Sombrerero Loco, y a más recientes fechas Frank Tupelo “El Turista”.

Gracias a Dios, toda mi angustia por el miedo de irme al infierno terminó hace muchos años, el glorioso día en el que mi catequista me explicó que Dios me perdonará solo si al recordar mis pecados en el último minuto de mi efímera existencia muestro auténtico arrepentimiento… y en ese momento comenzó a gestarse en mi interior otro tipo de angustia: ¿Cómo demonios le voy a mostrar arrepentimiento a Dios en el último minuto sin cagarme de risa por todas las cosas que he hecho?

Pasó el tiempo, y por la tercera Ley de Newton, la cuál dice “con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria”, comencé a aprender que, como decía mi abuelito: “en esta vida todo se paga”. Con esta filosofía, de seguir como hasta ahora, y si mis cálculos son correctos, el día que me muera ya tendré pagadas todas mis culpas y por ende el pase directo al cielo. Sin tener que mostrar arrepentimiento, y sin tener que preocuparme por “que Dios me agarre confesada”. Ahora la duda que me queda es: ¿será que el suicidio es castigado con el eterno tormento de satánas por la razón de que un individuo dijo “ya no juego” antes de pagar por sus culpas?

Si el Karma nos aplica a todos, me regocija pensar que todos aquellos inútiles que me dejaron plantada, vestida y alborotada, que me prometieron el sol la luna y las estrellas y que a cambio me dieron puro camote, por acción del Karma, ¡¡en un futuro los dejarán plantados, vestidos y alborotados, les prometerán el sol, la luna y las estrellas y les darán puro camote!!…momento, si me dejaron plantada, vestida y alborotada y me prometieron la luna y las estrellas y a cambio me dieron puro camote, es porque antes yo había dejado plantado a un pobre infeliz, vestido y alborotado, y le dí… no, no le dí nada, eso del camote es en sentido figurado.



La verdad es que quiero creer que poco tiene que ver el karma con lo que me ha pasado en estos últimos años, digamos, que todo lo desagradable que ya viví fueron males necesarios para llegar a ser lo que soy ahora.

Dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, así que tuve que experimentar muchas cosas para aprender, y otras cosas no las he experimentado, y por lo tanto no he aprendido, así que sorry, la seguiré cagando.

Y si yo participé en el proceso de aprendizaje de otro pobre infeliz al hacerle la vida miserable, pues es parte del mismo Karma, fui un mal necesario en su vida, así como Judas fue un mal necesario en la vida de Jesús… y ahora que lo pienso: ¿Qué habrá hecho el pobre Jesús para que literalmente lo flagelaran con un auténtico “flagrum romano” y después lo crucificaran…acaso él también tenía pensamientos impuros con Johny Deep?

Hoy es Viernes y apenas publico, me ha costado escribir en estas últimas semanas, ¿se nota?, y es que la cosa ya se me está poniendo muy dura… me refiero a que estoy complicando demasiado las situaciones en mi vida… (otra vez las fucking expectativas de shit) y por más que trato de serenarme, siento como que algo me falta para estar tranquila.

Eso que me falta para estar tranquila seguramente es el octavo paso de Alcohólicos Anónimos, que dice que tengo que reparar el mal que le ocasioné a otras personas con mis acciones… ¿Qué cómo sé cuál es el octavo paso de doble A?, es que me lo dijo el primo de un amigo, el de las almorranas, y eso es tema para otro post: lo de las almorranas, no lo del octavo paso de AA. 

la rola de hoy... la rola de hoy me recuerda a alguien...je je je.





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