miércoles, 1 de agosto de 2012

Compro, luego existo...

Me cuesta trabajo aceptar la cantidad increíble de anuncios a la que estoy expuesta diariamente, y eso que ya no tengo tv cable, y eso que ya no veo televisión, y eso que ya no compro Cosmopolitan.
 
Todo lo que veo anunciado en la calle cuando voy de la casa al trabajo y del trabajo a la escuela me deja con una inquietud: comprar por comprar, consumir por consumir, aunque no compre ni consuma nada, siento esa terrible necesidad.
Hace algunos días pensé en el concepto de “obsolescencia programada”, y eso se refiere a que las cosas vienen ya por default con una fecha de caducidad. Es fácil de notar, sobre todo con los artículos electrónicos. No recién alguien acaba de adquirir el celular de moda, ya salió otro mas nuevo que se activa con la voz, le salen patitas y rasca la espalda. No recién acabamos de comprar una computadora nueva, y ya salió otra que tiene más botoncitos y también es cafetera y sandwichera.
He llegado a agobiarme por la impresionante cantidad de anuncios en la calle, y el rato que veo la tele por la noche, me he cuestionado de la imperiosa necesidad de comprar una crema que quite las arrugas de los talones y la resequedad de atrás de las orejas, un tratamiento para la calvicie de mis codos, un tinte especial que cubra las canas de los vellos de la nariz, y ante la influencia de los medios, he llegado a considerar seriamente que de acuerdo a los síntomas que presento, requiero urgentemente comprar un tratamiento para mi próstata.
La tremenda influencia de los medios me ha llevado en algún momento a sentir que mis pocas pertenencias ya me son insuficientes. El fin de semana pasado platicaba con “Mi La Re Sol”, acerca de cambiar mi viejo por uno más nuevo, y me convenció de que tener uno nuevo es mejor que quedarme con mi viejo.
Aunque mi viejo “jala” muy bien, uno nuevo me daría mayor comodidad y rendimiento. Además no tendría que invertir en mantenimiento en casi dos años, de acuerdo a la lógica que me expuso mi querido “Mi La Re Sol”. Aunque la afinación no me pesa tanto porque se la hace mi hermano. Sin embargo, comprar uno nuevo implicaría comenzar a hacer un ahorro para no pagar tanto de mensualidad, y es que como a mi no me gusta comprar cosas a crédito porque me choca estar pagando y apretándome el cinturón, tendré que hacer un plan para estar ahorrando y apretándome el cinturón.

Echándole coco al asunto, llegué a la siguiente conclusión: Haré un plan de ahorro, independientemente de que vaya o no vaya a cambiar a mi viejo por uno nuevo, requiero ahorrar una lana “para lo que se ofrezca”. Lo “que se ofrezca”, puede ser: desde un pago de colegiatura vencida, hasta una endodoncia de urgencia, unas vacaciones o inclusive una liposucción, la cual por cierto tengo bien merecida, no porque me haya portado bien, sino porque estoy muy gorda.
Primero que nada, compraré un libro que me enseñe a ahorrar (¿?), es decir, bajaré de Internet algún libro que me enseñe a ahorrar. Y para empezar usaré el Internet en la casa de mis papás porque me sale gratis. Si, ya sé que el Internet es gratis también en el trabajo, en la escuela y en otros muchos lugares, pero en la casa de mis papás puedo usar el Internet sentada en la barra junto al refrigerador… para comer fruta y otros bocadillos saludables, recordemos que “estoy a dieta”.
El primer paso es hacer un recuento de gastos, para detectar posibles “fugas de capital”. Enlistando mis gastos principales, me doy cuenta de que mis gastos más significativos son colegiatura, alcohol, comida y películas pirata. Así es, en ese orden, y no me da vergüenza. Aquí en este punto me doy cuenta que ya estoy haciendo un ahorro significativo al comprar películas pirata, porque de comprarlas originales, mis gastos se incrementarían al grado tal de tener que dejar de comprar alcohol, comida o pagar colegiatura. ¿a quien engaño?, mis gastos se incrementarían al grado tal de tener que dejar de comprar comida o pagar colegiatura.
Segundo paso: establecer prioridades. Como prioridad estableceré al inicio de la semana comprar Absolut, cargar gasolina y programar el pago de la colegiatura al inicio de mes. Ahora tomaré el vodka solo y no lo mezclaré con Boost ni con jugo de piña, así “mataré dos pájaros de un tiro”: me ahorraré unos cuantos pesos y mi estado de alcoholemia llegará mucho más rápido.

Tercer paso: Recortar consumos. Para no tener que surtir la despensa tan seguido, se me ocurrió limitar la cantidad de productos que uso diariamente, desde la pasta de dientes hasta la crema humectante y el talco para mis patitas (sí el término está bien, porque aunque mido 1.74, mi pie calza del 24). Solo me maquillaré una vez al día, por la mañana, así ahorraré base, corrector, polvo, blush, delineador y sombra.

Me percato de que realmente esto de “recortar gastos”, va en contra de mis principios consumistas básicos. Niego que sea una compradora compulsiva. De hecho no soy afecta a comprar ropa y zapatos cada fin de semana, ni a salir a comer a restaurantes todos los días, ni a andar de plaza en plaza comprando lo que se me antoja. Creo que mis hábitos de ahorro sí deben mejorar, pero no al grado tal de volverme una miserable que no gaste ni en unos doritos con cocacola con el afán de ahorrarse 14 pesos. Es más, ya que no fumo, me estoy ahorrando mas de $30 diarios en una cajetilla que no consumo. Ya que tengo un coche y no una camioneta, me estoy ahorrando mucho dinero al mes en comprar gasolina. Ya que no soy una adicta a los zapatos, me estoy ahorrando miles de pesos al no padecer la misma compulsión que Carrie Bradshaw… (Dios suplico tu perdón, soy patética: sé quien es Carrie Bradshaw).

Lo mas sano que puedo hacer es dejar de consumir alcohol, mi hígado y mi bolsillo me lo agradecerán… no creo que me lo agradezca Juanito el Barman del Gato Negro, ni mi proveedor de cheves del depósito “cheletón” que está a treinta pasos de mi casa, ni el dueño de  “La Favorita” a quien dejaré de comprarle una botella de Absolut cada mes…bueno, cada quince días… ok, ok, cada semana.
Otra cosa que puedo dejar de hacer es comprar películas, si bien no compro muchas películas, lo que me frustra es que pocas veces las veo y quien termina quedándoselas es mi hermana. Además, hay muchas series que puedo bajar de Internet, y aunque volver a tener tv cable suena como la opción mas sensata para no comprar películas, lo mas sano será también dejar de ver televisión.
Dejar de ver televisión. Al dejar de ver televisión me estaré liberando del trauma que los diversos anuncios me generan al pasar modelos esculturales sin gota de grasa y sin rastro de celulitis. A parte con eso dejaré de fastidiarme con el tamaño de mis lonjas.
No, no es pretexto para sentirme bien con mi cuerpo, del post de “la dieta” a la fecha he bajado un kilo. Ya se que es poco, pero mientras no lo suba otra vez, estaré ganando mi lucha contra la obesidad.
Moderar mi consumo de alimentos. Decido que le seguiré comprando a  “Doña Chabela” mi jugo de naranja que me tomo por la mañana. Así contribuiré a su economía y a la del vendedor de naranjas también. Además evitaré enfermarme, ya que tanta vitamina C, ha prevenido que en dos años me dé la gripe, nomás de repente la hago de Tos, pero la gripe no me ha dado.
Cero Gualmar. Ya no iré a Wal Mart, me doy cuenta de que en cada visita que hago al súper me gasto 25% más de lo que tenía planeado. Y en ese gasto he comprado cosas que ni siquiera necesito, como por ejemplo figuras decorativas para la cocina…¡por Dios! Ni cocina tengo!!!.
Mis principios consumistas básicos me dicen que debo seguir comprando, pero sin afectar mi economía. Y es que me pregunto… ¿Qué pasaría si en nuestro afán tacañesco dejáramos de comprar el periódico, el jugo de la mañana, la torta del antojo, los churros con cueritos de la tarde? A cuanta gente estaríamos dejando sin su fuente de ingresos??. Leí hace un tiempo, que dejar de gastar en esas “nimiedades” nos puede hacer ahorrar hasta $12,000.00 al año, que multiplicado por muchas personas que somos, nos da como resultado un chingo de lana que estamos dejando de inyectar a la economía nacional.

He visto que 9 de cada diez empleos son generados por empresas como Pepe y Toño. Así que echándole coco al asunto, en lugar de dejar de gastar, comenzaré a crear una estrategia para convertirme en Pepe o Toño, aunque sin tener que “hacerme la jarocha” pero al revés.

Tal vez venda menudo los domingos o  diseñe alguna otra estrategia para hacerme de una lana extra, y si entre ustedes existe algún alma caritativa, les dejo  mi tarjeta para que me depositen una lana y así poder alivianarme.

La rola de Hoy podría ser Money Money, de The Beatles… pero les dejo esta otra que esta semana me late mas... de los Arctic Monkeys


4 comentarios:

  1. Jajajajaja... Qué buen post! Alcohol never dies! La gente se me quedaba viendo en el metro como sí estuviera idiota porque reía viendo mi cel. Definitivamente tengo que ir a visitarte y hablar contigo sobre el ahorro...

    ResponderEliminar
  2. Hay emmy lo del alcohol y mi gato negro dejalos en paz, deja de comprar lo que quieras menos de visitar a juanito mira que nos atiende muy bien, salu2 bye

    ResponderEliminar
  3. Opppss yo justo entré en la parte de comprar zapatos cada fin de semana y comer en restaurantes oppssss!!!

    ResponderEliminar

Comentarios bienvenidos!