jueves, 30 de agosto de 2012

You can´t always get what you want...


No siempre puedes obtener lo que quieres… pero si tratas algunas veces obtienes lo que necesitas.

 
Sí, ya sé que le pirateé la frase a Mick Jagger, y estas dos últimas semanas estuve pensando (sí, estuve dos semanas pensando, por increíble que parezca), en las cosas que he querido y no he podido tener, y en lo que he obtenido a cambio.

 
Tuve experiencias gratas y sorprendentes. Pasé por situaciones que nunca fueron perfectas y me incomodaron en algún momento. Sin embargo obtuve muy buenas cosas de esas experiencias. Y algo que me quedó claro es que ante las carencias debo improvisar, hay algunos sucesos ya las platiqué en posts anteriores:

 
Siempre quise que el chico “circuito exterior” fuera mi novio, sin embargo me quedé con su clon pirata región 4. Estuve con el clon por muchos años y en mi resignación aprendí que un hombre puede ser menso y lindo al mismo tiempo, más menso que lindo, pero lindo a final de cuentas. Espero que por su bien se le haya quitado lo menso, y si no se le quitó, pues que por lo menos siga conservando lo lindo.

 

Quise ser libre y vivir fuera del yugo de mis padres, y la situación se tornó caótica y sumamente depresiva, sin embargo, algo que puedo rescatar del asunto es que aprendí muchas cosas que trae consigo el “volverse independiente”, no estoy hablando de la responsabilidad y la supervivencia, no, eso aún estoy tratando de aprenderlo. Yo me refiero a que aprendí cosas que en casa de mis papás no hacía porque mi mamá siempre lo hizo todo por mi: prender el calentador, lavar la ropa, lavar los trastes, limpiar la casa, cambiar focos fundidos, planchar (la ropa, lo otro ya lo sabía) y hacer de comer.

 

Quiero mucho, mucho, mucho, mucho a Goyo, lo tuve un corto tiempo, luego su dueño pasó por él, después me lo “volvió a prestar”, y un día finalmente su dueño llegó a mi casa, tuvimos un cotorreo, me puso peda y se lo llevó. No tengo nada en contra de que haya llegado a mi casa, ni que hayamos cotorreado un rato, y mucho menos me molesta que me haya puesto peda, lo único que me dolió fue que se llevó a Goyo y ya no me volvió a hablar. Así es: antes le mandaba mensajes a Goyo, y me contestaba guau guau guau, ahora ya ni me contesta los mensajes, supongo que su dueño le cortó las uñas o de plano le castigó el nextel.

 

Que Goyo se haya ido dejó un espacio vacío en mi corazón y en mi patio. Sin embargo, de no haberse ido Goyo, ese espacio no hubiera podido ser llenado con mi nuevo amorsh: Ruperto Delgado. Así es, mi amorcito Rupertito, a quien llamo “Tito” de cariño, y ha pasado a ser parte de la familia, porque tengo a mi Hija Emmy y a mi Hijo tito.

 

Gracias a Mi La Re Sol, ahora tengo a Tito en mi vida.

 

Hablando de hijos,  yo juraba que nunca de los nuncas, jamás de los jamases me iba a embarazar y resulta que aunque yo estaba tomando pastillas anticonceptivas, mi hija vino al mundo como por obra del mismísimo Jesús. Sí: del mismísimo Jesuspisto, que así es como apodan a La Vaca.

 

Jesuspisto “La Vaca” Paez y Aöede “Memé” Paez.

 

Tener una hija me ha dejado muchas satisfacciones, y me ha enseñado muchas cosas. Nunca pensé en llegar a querer a alguien con todo mi corazón, lo que siento por ella es la prueba de que en algún oscuro rincón de mi ser existe un corazoncito capaz de amar, por insólito que parezca. Bueno, hay quienes me dicen que resignadamente lo más conveniente es amarla, porque es más fácil que regresarla por donde vino.

 

Hace algunos meses pelee con uñas y dientes por una vacante, corrijo, por una jugosa vacante en el área de capacitación de una re-conocida firma de outsourcing de  administración de personal. De haber conseguido ese puesto habría salido de pobre en menos de un año. Me desinflé como globo cuando me avisaron que después de numerosas pruebas psicométricas, (las cuales determinaron que no estoy loca), y después de varias entrevistas con los tres individuos que serían mis jefes, no quedé seleccionada. Pero me desinflé todavía más cuando descubrí que habían escogido para el puesto a… la más nalgona. Todo el malestar desapareció cuando supe que tanto a la nalgona como al despacho los desaparecieron del mapa en menos de un mes… así es, todo era una estrategia de mercado para que fueran contratados por una conocida compañía que se vino a manufacturar al puerto interior, y como el outsourcing no fue seleccionado como proveedor de confianza, pues tuvieron que mandar a la burguer a todo el personal recién contratado, incluyendo a la nalgona. En este punto, agradecí no haberme movido de mi “mediocre” puesto de Inhumana Jefa de Recursos, o Jefa de Recursos Inhumanos que pa´l caso es lo mismo.

 

La frustración es parte del proceso normal de crecimiento y aprendizaje. Si nunca has sentido frustración te explicaré que se siente como un hueco en el estómago que carcome el alma y crea un vacío. Con esta explicación podría decir que la frustración es la gastritis del alma. Éste dolor que deja la frustración,  solo puede ser aliviado tomando venganza o tomando alcohol… con esta explicación, podría decir que el alcohol es el melox del alma.

 

Sin embargo, en el proceso normal de convertirse en un adulto, ese sentimiento de frustración que se siente como fracaso, infortunio, pérdida o desgracia,(lo cual no es nada agradable), se maneja de una forma madura para llegar a convertirlo en una motivación que impulse al logro de una meta, que puede ser superar la razón del evento frustrante.

 

Cuando yo todavía no llegaba al proceso adulto de maduración, hacía  berrinche. Bueno, la verdad es que todavía no llego al proceso adulto de maduración, y no me importa. Pero como ya no hago berrniche llorando y pataleando, solamente me resigno, y con esta explicación podría decir que la resignación es el Genoprazol del alma.

 

¿Tengo lo que necesito? Podría decir que sí. Creo en este momento que todo lo que tengo, lo tengo bien merecido, tanto lo bueno como lo no tan bueno,  pero también sé que podría tener más cosas buenas si tan solo me esforzara un poco más.

 

Pero como eso del esfuerzo últimamente no se me da, pues no me queda de otra más que sentirme tranquila y satisfecha. Ver a los demás me ha abierto los ojos para valorar lo que tengo y no hay motivos suficientes para quejarme.

 

¿Satisfacción o resignación? He pensado también que me siento agradecida por muchas cosas porque no me queda de otra… pero como dice mi compadre Maleno: “podría ser peor”: ¿que me pongo muy intensa? Podría ponerme mas intensa. ¿Qué estoy muy gorda? Podría estar más gorda. ¿Qué estoy borracha? Podría estar más borracha…

 

Así es, éstas dos últimas semanas estuve pensando, pero porque no me queda de otra: cuando no tengo lo que quiero filosóficamente reflexiono que a final de cuentas tengo lo que necesito… a ese proceso se le llama vil y cruel resignación.

 
 
la rola de hoy???  ps siiiiiiiiiii
 
 
 

 

 

jueves, 16 de agosto de 2012

La flojera del regreso...a clases.


Mi chaparrita entrará a 3er grado de primaria, bueno, eso de chaparrita es en sentido figurado, pues a sus siete años, de su salón de clases es la mas pequeña en edad y la mas grande en estatura.

Manifiesta que está nerviosa por el hecho de avanzar de segundo a tercero. Y aunque traté de consolarla, yo en su lugar estaría hecha un manojo de nervios: Grado nuevo, la más alta del salón y con los dientes chuecos.

Empezar la escuela después de unas largas, jugosas y gloriosas vacaciones me sabe mal,  y eso que no soy yo la que entra a la escuela. Es como la depresión de un domingo en la tarde, y más cuando sabes que ese domingo marca el final de las vacaciones de verano.

Ésta debe ser la única hora del día en la que uno comprende por qué el país no avanza más rápido  -Mafalda.



Rutina: suena el despertador a las 5:30 de la mañana, y lo dejo en snooze, para que suene 10 minutos después, diez minutos que me saben a gloria. Vuelve a sonar e invoco a los espíritus del universo para juntar fuerzas y despegarme de la tibieza de la almohada. Una vez que por fin logré despegarme de las suaves sábanas de mi cama calientita, volteo a ver a mi hija, quien parece una bella durmiente, pero una bella durmiente que abarca media cama porque está toda desparpajada, descobijada, con los pies en la cabecera y con la cabeza al pie de la cama… Dios! ¿Como le hace para darse la vuelta mientras duerme? Como sea, me despego de la cama mientras tiento el suelo frío y busco mis chanclas… prometo que este fin de semana compraré un tapete para no pisar el suelo. Esa es la promesa que me he hecho todos los días durante el último año y no he comprado nada. Así que ahí estoy, tocando el suelo frío esperando encontrar mis chanclas para no ir descalza al baño.


Llego al baño y “se hace la luz” al tocar el apagador… me duelen los ojos, los entrecierro y no me puedo explicar por qué siempre al levantarme y encender la luz los ojos me duelen, es como si ellos también estuvieran dormidos y tuvieran que despertar repentinamente.

Me siento en la taza del baño y escucho como si corriera un riachuelo entre un bosque en medio de la soledad del silencio… y es que el “chorrito” resuena con eco por toda la casa. Termino de “hacer pipí” y me quedo quieta, no sé cuantos segundos o cuantos minutos, pero permanezco quieta, como si no pudiera arrancar, como si no “diera marcha”, me rasco la cabeza, me quito las lagañas y arranco un pedazo de papel higiénico… bostezo, estiro los brazos, me quedo quieta otra vez. Me vuelvo a rascar la cabeza y un segundo de lucidez acude a mí para decirme: - hey, tu aquí y no se está haciendo mas temprano.




Me incorporo, suspiro, deseo que fuera sábado y no lunes para regresarme a mi cama, acomodarme, cerrar los ojos y dormir hasta las 8 y media de la mañana… pero no, no es sábado, es lunes y todavía tengo que bañarme para poder despertar. Bajo y abro la puerta del patio, prendo el calentador y el fresco de la mañana me estremece, desearía estar acostada. Comprendo que tengo que esperar 15 minutos para que el agua alcance una temperatura civilizada y así poder bañarnos. Subo rápidamente las escaleras rumbo a mi habitación, en ese momento casi se me quita el sueño, pero ante la tentación de  acostarme otros quince minutos y sentirme reina, ama y señora de mi cama, prefiero acostarme, abrazar a mi chaparrita esos quince minutos que para ese momento ya se hicieron diez, y cerrar los ojos.

Al acostarme, prendo la tele. Para “no dormirme”,  divago escuchando entre los últimos desvaríos de Peña Nieto, los encobijados que encontraron en Tepizcoloyo y los chorrocientos mil comerciales que pasan a esa hora, la cual, aseguro, no es la más vista de la televisión nacional, sino la mas resignadamente escuchada en un estado de inconciencia… perfecto para atacarnos con mensajes subliminales. En eso pienso mientras cierro los ojos y me sumerjo en un episodio de tranquilidad, dulce y apacible, para que el despertador suene otra vez en lo que a mi me pareció un simple parpadeo y tener que levantarme… Seis de la mañana… Dios!, que tarde es. Me levanto impulsada por la tardísima hora que es, muevo a mi hija, la muevo otra vez, no despierta, bajo corriendo al refri para prepararle su Leche con chocolate para poder despertarla… 

hasta las glamourosas no lo son tanto cuando se levantan recién
#$$&%%$# sea!! Se me olvidó comprar el chocolate…  me enfundo una chamarra, y así con todo y chanclas, greñas sin alisar y baba escurrida. me salgo para rogarle al cielo que Juanis tenga la tienda abierta para comprar un sobrecito de pancho pantera. Abro la puerta, me asomo y veo de reojo la luz de la tienda que se filtra, perfecto, ya abrió… me limpio las babas y las lagañas en un reflejo rápido, me aliso las greñas y las escondo bajo la capucha de la chamarra, no vaya a ser que me encuentre al amor de mi vida camino a la tienda y no puedo permitirme que me vea en semejantes fachas. 



Regreso a la casa y como un rayo preparo la leche con chocolate, galletas con mermelada y subo para rogarle a mi hija que se despierte. Cuando llego ya está despierta y esperando por su leche…. ¿hija, ya fuiste al baño?, - ay mamá, estaba esperando mi leche. La apuro a tomársela mientras le preparo la ropa interior, uniforme, calcetas y zapatos, y abro la regadera para que comience a salir el agua caliente. “que no se me olvide apagar el calentador”, pienso para mis adentros mientras coloco tres toallas en el toallero y cierro la ventana del baño. Después de rogarle a mi hija que se bañe, y de convencerla de que le saldrá lepra si no se baña, la meto a la regadera mientras escucho que me reclama por la temperatura del agua, está muy caliente, luego está muy fría. Le lavo el pelo y me salpico toda tratando de enjabonarla y luego enjuagarla. Lo bueno es que ya se viste sola, así que cuando es mi turno de bañarme ella se pone el uniforme, mientras le grito que no olvide ponerse crema antes de vestirse, sugerencia la cual regularmente ignora.

Me visto rápidamente, prendo la secadora.. ¡madre mía! Las casi siete de la mañana, no me secaré el pelo, ya no alcanzo. Peino a mi nena y me peleo con ella porque no se decide entre el broche rojo o el azul, o entre irse peinada o ponerse diadema de moño. Hazle como quieras, pero dime ¿tienes tu mochila lista?... mamá no encuentro el otro zapato… mamá, ¿has visto mi cepillo de dientes?... mamá, la alarma de tu celular está sonando…

Quince para las siete y todavía no estamos listas. Que no se me olvide apagar el calentador, pienso. Hay que darle de comer a Flicka, Goyo, Tito o el perro en turno, ponerle agua y hacer malabares para que no se vaya a salir cuando abra la puerta.

Reviso la mochila de mi hija, salgo a prender el coche y mientras pongo en la tarja los trastes sucios me aseguro de cerrar con llave la puerta de la cocina. Salgo mientras engaño al perro aventándole un juguete al patio, apago la luz y giro la llave, la vuelvo a girar, hago malabares para que no se salga el perro, entro a la casa, quito la llave de la puerta de la cocina y cierro el gas para apagar el calentador.

Las siete, ya no tengo tiempo de maquillarme, lo haré en el semáforo de la Fray Daniel Mireles y Francisco Villa, el cual siempre me toca en rojo. Llego con Doña Chabela por el jugo de naranja de todos los días. Dejo a la niña en la puerta de la escuela y son las siete y veinticinco. Me peleo para dar la vuelta en U en la calle alfalfa, en medio de todas las señoras que como yo, también dejan a sus hijos en la puerta de la escuela y no se mueven hasta que los persignaron, les dieron la bendición del cielo y los siguieron con la mirada hasta ver que entraron al salón.


Que mi hija estuviera de vacaciones significó vacaciones para mi. Tener una hora mas de sueño fue fenomenal, y ahora que entra a la escuela retomaré mi rutina de locura por la mañana.

Pienso que yo ya pasé por todo lo anterior, mi mamá también me levantaba temprano, me daba mi leche con chocolate, y para despertarme me ponía las calcetas mientras yo me hacía la dormida. Creo que todos pasamos por esa etapa de carreras matutinas para llegar a la escuela. Yo me pregunto si llegará el día en el que ame levantarme temprano, el día en el que me levante como impulsada por un resorte al ver la luz de la mañana, el día en el que no maldiga el despertador, el día en el que me guste madrugar para ir a hacer ejercicio… No sé cuando llegará ese día o si ese día llegará, pero mientras llega, seguiré resignándome a ser extraída de los tibios brazos de morfeo cada miserable mañana.

La rola de hoy... despiertenme con ésta a todo volumen, me cae que sí me paro...

jueves, 9 de agosto de 2012

Cuando me agarra la locura… y me pongo bien intensa.


Paciente femenina de 22 años de edad, la cual niega HAS, DM y alergias. Refiere presencia de contractura de ambas ex. sup. y parestesias en rostro con sensación de desviación facial. A su ingreso consciente, tranquila, orientada, neurológicamente sin datos de focalización o lateralización. Dx. Trastorno de ansiedad…

Bueno, suena delicado, pero la ventaja de esto es que la contractura me duró solo veinticuatro horas, y como me veía tan grave que hasta asustaba, me dieron 7 días de incapacidad… los cuales disfruté en la rica playa.

Ahora ya no me dan contracturas, solo gastritis, y lo malo es que por gastritis no dan incapacidad en el IMSS.

Todo se remonta a mi niñez, mi niñez fue muy normal, todo funcionaba perfectamente. Fui la primer hija de un matrimonio sano y mis papás no se casaron por culpa mía, de hecho se casaron por Urgencia,  podría decir que Urgencia es el nombre de mi hermana mayor, pero no, no tengo hermanos mayores, y la urgencia se debió a que mi mamá se casó sobrellevando un grave padecimiento que podía poner en riesgo su salud: era virgen.

Ante éste hecho, ahora entiendo por qué mi mamá siempre esperó que yo me guardara para el matrimonio, lo que ella no comprende es que aún me estoy guardando para el matrimonio, porque cada vez que escucho esa palabra corro a esconderme.

Como mi niñez era muy normal y mi familia me amaba con todo el corazón, inconscientemente busque complicarme la existencia desde una edad muy temprana. Todavía no cumplía el año de edad y ya me arrancaba los pelos de la cabeza dándome tremendos jalones a las únicas tres greñas que tenía. Desde muy pequeña ya no dejé que mi mamá me amamantara y tampoco quería tomar biberón, así que yo todavía no cumplía un año y mi mamá tenía que darme la leche en vaso. Con esto, de acuerdo a la teoría de la etapa oral de Sigmund Freud queda demostrado que sobrellevé esta etapa: yo no soy mamona por trauma… lo soy por el puro gusto de estar chingando.


 De acuerdo a Sigmund Freud después de la etapa oral hay otras tres etapas: la anal, la fálica y la genital. Me brincaré esa parte porque la explicación que les brinde podría ocasionar la clausura de este blog.

Mis traumas, sembrados por mí misma para sobrellevar lo exageradamente normal de mi infancia, fueron alimentados con diferentes sucesos y por los traumas de la gente que me rodea, para fructificar ‘exitosamente’ en insanas obsesiones que se ven reflejadas con actitudes muy intensas:

Corría el verano del año de 1986… y en el estadio León se disputaría un importante partido, mi hermano, de entonces solo tres años de edad, en su infantil ignorancia no tenía ni idea de lo que significaba ir al estadio y gritar Goooooool. La verdad yo tampoco tenía idea de lo que significaba eso,  es más, no tenía ni idea de quién iba a jugar,  y tampoco había estado alguna vez en un partido de fut bol, bueno, solo en los que organizaban los vecinos en la calle. Pero el solo hecho de ver el trajín que se cargaban mis tíos y mi papá con el afán de ir al estadio, me indicaba que se avecinaba algo importante, algo demasiado importante como para atraer a mi papá al estadio; a mi papá quien nunca se preocupaba por ver el fut bol, y mucho menos por ir al estadio. Ante este inusual suceso yo estaba más que emocionada y a la expectativa, brincaba de gusto y me descomponía de agitación. Con lo que yo no contaba era con que no sería requerida. Así que cuando llegué a la puerta con rollo de papel y matraca en mano, mi papá al verme como una intrusa no planeada, decidió mandarme por las llaves al cuarto de mis tíos, el cual quedaba hasta el fondo de la casa. Busque rápidamente y no encontré las llaves. Para cuando llegué a la puerta, mi papá y mis tíos ya se habían ido, y lo que era peor: inconcebiblemente prefirieron llevarse al estadio al latoso de mi hermano máquina de popó.

Al darme cuenta de que mi Papá me dijo diplomáticamente que fuera a ver si “ya puso la marrana”, me desinflé como se desinfla un soufflé recién salido del horno, y lloré como dos días, bueno, a mi me pareció que fueron dos días, pero aunque mis tías corrieron a romper sus alcancías para comprarme dulces y chocolates que me consolaran, mis berridos era tales que tuvieron que advertirme que de seguir llorando,  mis ojos podrían saltar de las cuencas oculares. Lo anterior me pareció francamente aterrador, así que cesé el llanto.

Después comprendí que para mi papá hubiera sido muy difícil tener que lidiar con una niña en el estadio, tan solo por el hecho de tener que acompañarme a hacer pipí o de llevarme cargada de regreso a la casa.

Trauma: muchos años mas tarde, cuando alguien me aplicó la misma y fui engañada para quedarme sola en casa,  al darme cuenta de la situación y de que la Vaca me quería ver la cara de buey,  armé tal argüende que el susodicho terminó en una patrulla, en calzones, sin zapatos y todas sus pertenencias esperando en la esquina por el camión de la basura. De hecho las pertenencias no llegaron al camión de la basura, porque los vecinos, cual zopilotes hambrientos, rapiñaron todo lo que saqué, incluyendo sus calcetines sucios.

El trauma de levantarme temprano: un sábado cualquiera del año 1997, seis cuarenta y cinco de la mañana mi mamá empuja la puerta de mi cuarto y me pregunta a qué hora me voy a levantar. Abro los ojos y con mirada de pistola la asesino en mi imaginación. Contesto amablemente que en quince minutos estaré en la cocina. Me paro de la cama y lo primero que hago es desquitar mi odio aventando un zapato contra la pared  hacia mi recién adquirido póster de Ricky Martin. En ese entonces yo tenía buena puntería y dotes de vidente, porque aseguraba que Ricky Martin era jotillo. Me hice de ese póster robándoselo a alguien con el único afán de pegarlo en mi cuarto para aventarle zapatos y desquitar mis frustraciones. Lo mismo pasaba los domingos que tenía que levantarme temprano para ir a misa de 7 de la mañana. Esta escena se repitió tres años más, cada sábado y domingo. Según mis papás, “al que madruga Dios le ayuda”, pero según mi teoría: “no por mucho madrugar amanece mas temprano”. Aunque me levante más temprano, el día seguirá teniendo las mismas horas, y yo seguiré experimentando la misma flojera de fin de semana. Además dormir hasta tarde es riquísimo. Trauma: SIEMPRE hago planes para levantarme tarde sábado y domingo, organizo mi tiempo y me vuelvo loca el viernes o el sábado en la tarde para poder dormirme otro rato en la mañana de sábado o domingo, esos días, que no trabajo, me encanta aprovecharlos al máximo… levantándome tarde, y cuando estoy acompañada de mi chico, despertarse temprano para levantarse tarde es fenomenal.

Extensión del trauma: como para mí es riquísimo quedarme acostada un rato por la mañana, y es todavía más rico cuando no amanezco sola, la vaca, con el afán de hacerme enfurecer, hacía planes para las mañanas de los fines de semana, en los cuales NO me incluía, lo anterior desató muchas peleas y discusiones. En ese entonces  terminé por mandarlo a la chingada, por cuarta vez.

1999, no se que día, de no se qué mes, mi papá dejó de hablarme. No sé que pasó, no sé que le dijeron de mí, no sé de qué se enteró. Pero ni mi mamá ni mi papá hablaron conmigo acerca de lo que les molestaba, simplemente dejaron de hablarme y ya. Su costumbre de mandarme diplomáticamente a la chingada, haciendo berrinche y dejándome de hablar cuando yo no hacía lo que ellos esperaban de mí, era clásica. (… ¿era?).

Total que mi Papá y yo dejamos de hablarnos por varios años, inclusive no contestaba mis llamadas, ni mis correos, ni las cartitas de amor que le dejaba por debajo de la puerta. Lo anterior me enfurecía, y en lugar de correr a partirle la madre de tan enojada que estaba, solía encerrarme en mi cuarto a ahogarme en llanto mientras escuchaba a Pink Floyd. (…¿solía?)

Nunca supe a qué se debía el enojo de mi papá, pero supongo que fue porque como yo ya estaba cansada de tener que pedir permiso para salir, porque sabía que me iba a decir que no, aplicaba la de “mas vale pedir perdón, que pedir permiso”. (…¿aplicaba?).

Pues como dejó de hablarme,  yo lloré desconsoladamente tres fines de semana seguidos. Y es que tenía como regla general no llorar entre semana, porque se me hinchan mucho los ojos y al verme los ojos tremendamente hinchados, en la escuela y el trabajo sospecharían acerca de mi salud mental. Por el motivo anterior dividí el duelo en tres fines de semana. Llegaba el viernes por la noche y me la pasaba llorando hasta el domingo a medio día, y por la tarde cerraba el duelo del fin de semana escuchando “Teardrop” de Massive Attack. El domingo por la tarde ya actuaba normal… ja! “dividir el duelo” solo a un loco se le ocurre semejante cosa.. Dios Mio!!, estaba loca (…¿estaba?).


Dos años de psicoterapia me enseñaron (me obligaron) a dejar de querer influenciar la vida de quienes me rodean para que hagan, sientan y piensen lo que de acuerdo a mis parámetros es lo correcto. Esto no quiere decir que haya sido una manipuladora y controladora sicótica, no, por supuesto que no, yo era algo peor que eso: el gran problema era que mi actitud “pasivo-agresiva”, me convertía en una demente suicida bipolar psicópata depresiva porque me ponía a llorar cuando no era tomada en cuenta (…¿me ponía?).


 
A la fecha aún hay sucesos que me quiebran, cuando veo que hay indicios que me advierten que podrían  repetirse las situaciones desagradables que viví en el pasado, y mientras me arranco las tres greñas que me quedan en la cabeza pienso –“no, por favor no, otra vez ya no”. Por eso demuestro actitudes incongruentes: me carcajeo de angustia, lloro desconsoladamente de alegría, me relajo cuando estoy nerviosa, digo chistes cuando estoy muy triste, huyo cuando me quiero acercar a alguien, me burlo de los que me caen bien, bailo de impotencia, tiemblo de emoción. Por lo anterior es difícil que alguien pueda reconocer mis estados anímicos. Lo cual complica enormemente mi existencia, pero más la de quienes me rodean.

Afortunadamente eso ya no me pasa, bueno, ya no me pasa tan seguido, aunque aún estoy trabajando sobre ciertos aspectos de mi actitud que poco a poco estoy aprendiendo a controlar, como por ejemplo, insistir hasta dejar perder 31 llamadas en el celular. Ahora solo marco dos veces como la gente normal y si no me contestan olvido el asunto y me voy a llorar a mi cuarto mientras escucho Pink Floyd… es broma, jajaja, ya no escucho a Pink Floyd para llorar... ahora escucho a Coldplay.

 Por aguantarme todo lo anterior quiero darle las gracias a la gente que me rodea y que me ha entendido en este difícil proceso de aprendizaje. Gracias por su paciencia y su buena disposición, gracias especialmente a Maps.

La rola de hoy me hace llorar, no se si de felicidad o de tristeza, ni siquiera puedo identificar la emoción, significa tantas cosas...

miércoles, 1 de agosto de 2012

Compro, luego existo...

Me cuesta trabajo aceptar la cantidad increíble de anuncios a la que estoy expuesta diariamente, y eso que ya no tengo tv cable, y eso que ya no veo televisión, y eso que ya no compro Cosmopolitan.
 
Todo lo que veo anunciado en la calle cuando voy de la casa al trabajo y del trabajo a la escuela me deja con una inquietud: comprar por comprar, consumir por consumir, aunque no compre ni consuma nada, siento esa terrible necesidad.
Hace algunos días pensé en el concepto de “obsolescencia programada”, y eso se refiere a que las cosas vienen ya por default con una fecha de caducidad. Es fácil de notar, sobre todo con los artículos electrónicos. No recién alguien acaba de adquirir el celular de moda, ya salió otro mas nuevo que se activa con la voz, le salen patitas y rasca la espalda. No recién acabamos de comprar una computadora nueva, y ya salió otra que tiene más botoncitos y también es cafetera y sandwichera.
He llegado a agobiarme por la impresionante cantidad de anuncios en la calle, y el rato que veo la tele por la noche, me he cuestionado de la imperiosa necesidad de comprar una crema que quite las arrugas de los talones y la resequedad de atrás de las orejas, un tratamiento para la calvicie de mis codos, un tinte especial que cubra las canas de los vellos de la nariz, y ante la influencia de los medios, he llegado a considerar seriamente que de acuerdo a los síntomas que presento, requiero urgentemente comprar un tratamiento para mi próstata.
La tremenda influencia de los medios me ha llevado en algún momento a sentir que mis pocas pertenencias ya me son insuficientes. El fin de semana pasado platicaba con “Mi La Re Sol”, acerca de cambiar mi viejo por uno más nuevo, y me convenció de que tener uno nuevo es mejor que quedarme con mi viejo.
Aunque mi viejo “jala” muy bien, uno nuevo me daría mayor comodidad y rendimiento. Además no tendría que invertir en mantenimiento en casi dos años, de acuerdo a la lógica que me expuso mi querido “Mi La Re Sol”. Aunque la afinación no me pesa tanto porque se la hace mi hermano. Sin embargo, comprar uno nuevo implicaría comenzar a hacer un ahorro para no pagar tanto de mensualidad, y es que como a mi no me gusta comprar cosas a crédito porque me choca estar pagando y apretándome el cinturón, tendré que hacer un plan para estar ahorrando y apretándome el cinturón.

Echándole coco al asunto, llegué a la siguiente conclusión: Haré un plan de ahorro, independientemente de que vaya o no vaya a cambiar a mi viejo por uno nuevo, requiero ahorrar una lana “para lo que se ofrezca”. Lo “que se ofrezca”, puede ser: desde un pago de colegiatura vencida, hasta una endodoncia de urgencia, unas vacaciones o inclusive una liposucción, la cual por cierto tengo bien merecida, no porque me haya portado bien, sino porque estoy muy gorda.
Primero que nada, compraré un libro que me enseñe a ahorrar (¿?), es decir, bajaré de Internet algún libro que me enseñe a ahorrar. Y para empezar usaré el Internet en la casa de mis papás porque me sale gratis. Si, ya sé que el Internet es gratis también en el trabajo, en la escuela y en otros muchos lugares, pero en la casa de mis papás puedo usar el Internet sentada en la barra junto al refrigerador… para comer fruta y otros bocadillos saludables, recordemos que “estoy a dieta”.
El primer paso es hacer un recuento de gastos, para detectar posibles “fugas de capital”. Enlistando mis gastos principales, me doy cuenta de que mis gastos más significativos son colegiatura, alcohol, comida y películas pirata. Así es, en ese orden, y no me da vergüenza. Aquí en este punto me doy cuenta que ya estoy haciendo un ahorro significativo al comprar películas pirata, porque de comprarlas originales, mis gastos se incrementarían al grado tal de tener que dejar de comprar alcohol, comida o pagar colegiatura. ¿a quien engaño?, mis gastos se incrementarían al grado tal de tener que dejar de comprar comida o pagar colegiatura.
Segundo paso: establecer prioridades. Como prioridad estableceré al inicio de la semana comprar Absolut, cargar gasolina y programar el pago de la colegiatura al inicio de mes. Ahora tomaré el vodka solo y no lo mezclaré con Boost ni con jugo de piña, así “mataré dos pájaros de un tiro”: me ahorraré unos cuantos pesos y mi estado de alcoholemia llegará mucho más rápido.

Tercer paso: Recortar consumos. Para no tener que surtir la despensa tan seguido, se me ocurrió limitar la cantidad de productos que uso diariamente, desde la pasta de dientes hasta la crema humectante y el talco para mis patitas (sí el término está bien, porque aunque mido 1.74, mi pie calza del 24). Solo me maquillaré una vez al día, por la mañana, así ahorraré base, corrector, polvo, blush, delineador y sombra.

Me percato de que realmente esto de “recortar gastos”, va en contra de mis principios consumistas básicos. Niego que sea una compradora compulsiva. De hecho no soy afecta a comprar ropa y zapatos cada fin de semana, ni a salir a comer a restaurantes todos los días, ni a andar de plaza en plaza comprando lo que se me antoja. Creo que mis hábitos de ahorro sí deben mejorar, pero no al grado tal de volverme una miserable que no gaste ni en unos doritos con cocacola con el afán de ahorrarse 14 pesos. Es más, ya que no fumo, me estoy ahorrando mas de $30 diarios en una cajetilla que no consumo. Ya que tengo un coche y no una camioneta, me estoy ahorrando mucho dinero al mes en comprar gasolina. Ya que no soy una adicta a los zapatos, me estoy ahorrando miles de pesos al no padecer la misma compulsión que Carrie Bradshaw… (Dios suplico tu perdón, soy patética: sé quien es Carrie Bradshaw).

Lo mas sano que puedo hacer es dejar de consumir alcohol, mi hígado y mi bolsillo me lo agradecerán… no creo que me lo agradezca Juanito el Barman del Gato Negro, ni mi proveedor de cheves del depósito “cheletón” que está a treinta pasos de mi casa, ni el dueño de  “La Favorita” a quien dejaré de comprarle una botella de Absolut cada mes…bueno, cada quince días… ok, ok, cada semana.
Otra cosa que puedo dejar de hacer es comprar películas, si bien no compro muchas películas, lo que me frustra es que pocas veces las veo y quien termina quedándoselas es mi hermana. Además, hay muchas series que puedo bajar de Internet, y aunque volver a tener tv cable suena como la opción mas sensata para no comprar películas, lo mas sano será también dejar de ver televisión.
Dejar de ver televisión. Al dejar de ver televisión me estaré liberando del trauma que los diversos anuncios me generan al pasar modelos esculturales sin gota de grasa y sin rastro de celulitis. A parte con eso dejaré de fastidiarme con el tamaño de mis lonjas.
No, no es pretexto para sentirme bien con mi cuerpo, del post de “la dieta” a la fecha he bajado un kilo. Ya se que es poco, pero mientras no lo suba otra vez, estaré ganando mi lucha contra la obesidad.
Moderar mi consumo de alimentos. Decido que le seguiré comprando a  “Doña Chabela” mi jugo de naranja que me tomo por la mañana. Así contribuiré a su economía y a la del vendedor de naranjas también. Además evitaré enfermarme, ya que tanta vitamina C, ha prevenido que en dos años me dé la gripe, nomás de repente la hago de Tos, pero la gripe no me ha dado.
Cero Gualmar. Ya no iré a Wal Mart, me doy cuenta de que en cada visita que hago al súper me gasto 25% más de lo que tenía planeado. Y en ese gasto he comprado cosas que ni siquiera necesito, como por ejemplo figuras decorativas para la cocina…¡por Dios! Ni cocina tengo!!!.
Mis principios consumistas básicos me dicen que debo seguir comprando, pero sin afectar mi economía. Y es que me pregunto… ¿Qué pasaría si en nuestro afán tacañesco dejáramos de comprar el periódico, el jugo de la mañana, la torta del antojo, los churros con cueritos de la tarde? A cuanta gente estaríamos dejando sin su fuente de ingresos??. Leí hace un tiempo, que dejar de gastar en esas “nimiedades” nos puede hacer ahorrar hasta $12,000.00 al año, que multiplicado por muchas personas que somos, nos da como resultado un chingo de lana que estamos dejando de inyectar a la economía nacional.

He visto que 9 de cada diez empleos son generados por empresas como Pepe y Toño. Así que echándole coco al asunto, en lugar de dejar de gastar, comenzaré a crear una estrategia para convertirme en Pepe o Toño, aunque sin tener que “hacerme la jarocha” pero al revés.

Tal vez venda menudo los domingos o  diseñe alguna otra estrategia para hacerme de una lana extra, y si entre ustedes existe algún alma caritativa, les dejo  mi tarjeta para que me depositen una lana y así poder alivianarme.

La rola de Hoy podría ser Money Money, de The Beatles… pero les dejo esta otra que esta semana me late mas... de los Arctic Monkeys