jueves, 31 de mayo de 2012

El secreto detrás de “Da Caou”

En varios post he mencionado a un personaje misterioso: La Vaca, y no es tan misterioso, pues se trata de mi ex, de mi ex más reciente, uno entre algunos (no muchos, lo juro), con quien compartí mi vida el tiempo suficiente para un noviazgo de ensueño, de amor eterno que no nos duró como tres meses, sino como tres años. Compartí con él tiempo suficiente para vivir una vida en pareja que implica desavenencias, cosas chuscas y situaciones penosas y alegres también, y bueno, muchas cosas que se pueden vivir en casi diez años de relación: terminar una carrera, tener una hija, comprar una casa y dejarnos para regresar como cinco veces. Pero a diferencia de las otras cuatro, ésta es la definitiva. (eso dije en las otras cuatro)

A pesar de todo lo anterior, ahora sí es la definitiva, ya que el motivo que me asegura que no volveré a tener una relación de pareja con La Vaca, es porque he reconocido que es…una vaca!!!!
Al referirme al término “Vaca” no creas que me estoy refiriendo a un Buey: nada que ver!!! y como no me permitió poner su foto, (según que por derechos reservados y para que nadie lo reconozca), ejemplifico con algunos personajes conocidos cómo es la fisonomia de dicho individuo.
Explicaré por qué le digo Vaca con este cuento que habla sobre lo que significa ser "Da Caou":

La Vaca, de perfil
Había una vez …no sé por qué todos los cuentos comienzan así, bueno, había una vez, un maestro, pero un maestro de esos que tienen discípulos, no maestros de los que dan clases en la escuela  ni pertenecen al SNTE, ni los maistros albañiles. Este maestro era como ese de los  polivoces, y también tenía su pequeño saltamontes. Vestía una casaca como tipo bata de baño y estaba rapado de la cabeza. Este maestro deseaba enseñar a su pequeño saltamontes la neta del planeta, y por eso se lo llevó a caminar para hacer una visita a una zona paupérrima de la ciudad, a una de esas colonias gachas de donde los candidatos de los partidos políticos jalan gente para sus mitines con la promesa de un desayuno: osea regalarles una torta de jamón de perro y una big cola caducada. 
En aquel escenario desolado el maestro buscó la casa más pobre de entre toda la mísera colonia, la cual no tenía ni agua, ni luz, ni pavimentación, y que como todas las personas que viven en esas chozas de lámina negra de cartón, también se colgaban con diablitos del único poste de luz a la redonda, y esperaban que llegara la pipa cada fin de semana para llenar sus tambos y darse un baño en sábado, les hiciera falta o no.

La Vaca se parece a un wey que se parece a otro wey
 que se parece a uno que sale en estampitas
que regalan en los templos
Entre toda la basura, mugre, polvo y ca…rencia, encontraron a una familia miserable de 10 personas que sobrevivía en un espacio de tres por cuatro, sobre la tierra, con un techo de lámina y con paredes hechas con tambos aplastados y resortes de colchones oxidados. Se veía que el progreso nunca había pasado por ahí, pero sí la propaganda política, y de hace mucho tiempo,  ya que el padre vestía una playera desgarrada y llena de mugre donde apenas se alcanzaba a distinguir el logo del PRI y la frase “Madrazo para presidente”. Pobre gente, a penas sobrevivían, ya que por su estado físico se podía deducir que no tenían ni para una maruchan.
Sin embargo, entre tanta escasez y tanta miseria, ésta familia contaba con una preciada posesión que les permitía no morir de hambre y sobrevivir a la deplorable y depresiva realidad: una vaca. Esa vaca, flacucha, mugrosa, vieja y muy desgastada, los separaba de la completa miseria, ya que con su leche aguada se podían alimentar y la podían vender también para contar con un recurso mínimo que les permitía llevar frijoles o tortillas a la mesa, porque con lo que ganaban solo podían comer una de esas dos opciones a la vez.
El maestro y su discípulo todavía tuvieron el cinísmo de ir a pedir asilo a esa pobre casa, y de gorrearles la ración de leche para esa noche, con el pretexto de que eran “peregrinos viajando en búsqueda de la iluminación”.( También se les había ocurrido poner de pretexto que eran de una religión de esas que tocan de puerta en puerta los domingos a las 8 de la mañana invitándolos a leer “la palabra de Dios”, pero supusieron que así seguramente serían bateados a la primera).
Tiene un ligero nariz, digo, ligero parecido
con este individuo.
Total que bajo algún pretexto, pernoctaron en tan miserable lugar, para levantarse muy temprano a la mañana siguiente y continuar con la lección que era tan necesaria aprender: El maestro le pidió al discípulo que antes de salir el sol,  le acompañara al corral de la vaca para enseñarle explícitamente una lección que jamás olvidaría. Una vez que el maestro estuvo frente a la vaca, sigilosamente y con mucho cuidado, sacó un cuchillo afilado de entre su ”bata de baño” y acto seguido, acribilló a la vaca con mortales heridas directo en la yugular, cual si fuera un maniático de alguna secta diabólica.
El discípulo, apodado “pequeño brincamontes”, no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, no encontraba una explicación lógica que justificara la manera de actuar de su Maestro, se percató de que su Maestro había cometido un grave error al despojar a esa pobre familia de la única posesión que les permitía sobrevivir y no morir de hambre. Y con el corazón lleno de confusión le pidió al Maestro explicar su conducta, propia de un individuo poseído por Satanás.
Si, también se parece a este wey
El maestro solo le pidió que se apresuraran en alejarse antes de que la familia se percatara de lo que les habían hecho. Y así lo hicieron: aplicaron fuga antes de que saliera la familia y los persiguieran para quemarlos vivos en la hoguera con leña verde y así vengar la muerte de la vaca.
Aunque en los días siguientes al suceso, el discípulo le rogaba al maestro regresar para remediar el atroz acto de maldad cometido contra la inocente vaca y la empobrecida familia, el maestro hacía caso omiso de las súplicas de su discípulo.  El pequeño saltamontes se sentía atormentado por el remordimiento de que sin la vaca seguramente la familia moriría de hambre.


La Vaca como será cuando sea viejito

Pasaron los días, las semanas, los meses, y un año después, el maestro decidió proseguir con la lección, e invitó al discípulo a regresar a ese empobrecido lugar donde había matado a la pobre y flaca vaca.
Cuando llegaron a la zona, se percataron de que la casucha miserable de láminas de cartón negro ya no existía, puesto que en el mismo terreno estaba construida una casa decente con piso y techo, y además se veía que las personas que ahí habitaban conocían la palabra progreso.
El pequeño saltacerros se sintió culpable, porque supuso que la pobre familia había sido desplazada por personas con recursos económicos  que tal vez aprovecharon la situación para sacar ventaja. Y su desazón creció proporcionalmente a su remordimiento de conciencia.
Para salir de la duda, tocaron a la puerta de esa casa, y la persona que salió a recibirlos era el mismo padre de familia que un año antes les había permitido dormir en ese terreno, donde solía estar un intento de choza miserable.  
El "pequeño me-paso-la-loma-por-donde-no-me-da-el-sol" se sintió confundido, sobre todo cuando vio que toda la familia estaba viviendo en esa casa bonita y su confusión se convirtió en sorpresa cuando supo que las personas que antaño vivían en una situación deplorable, ahora se habían convertido en una familia de condiciones aceptables, típico de clase media, es decir, los miserables habían subido de categoría para convertirse en prole.
La pregunta inevitable:  cómo lo lograron??  ¿Cómo pasaron de la miseria a tener los recursos que les permitían vivir medianamente bien?
Cualquiera de estos se parece a La Vaca
Adivinaste: la vaca era el lastre que los mantenía en la miseria, puesto que al depender de ese animal no necesitaban esforzarse por lograr algo mejor. Una vez que la vaca fue degollada, la familia tuvo que ingeniárselas para sobrevivir, buscar trabajo, crear ideas que les permitieran tener un ingreso, y de esta forma paulatinamente fueron logrando generar mas y mejores recursos que les permitieron elevar su nivel de vida.

Que tiene que ver esto conmigo?? Mucho. Yo también dependía de un animal, puesto que durante bastantes años estuve inmóvil, no me esforcé lo suficiente ni tampoco tenía una motivación que me impulsara a mejorar. Perdí el ritmo, mi razón de ser y vivir. Me mantuve en el mismo sitio sin evolucionar. Yo no me di cuenta de esto hasta que maté a la vaca. (Aunque en la realidad la Vaca casi me mató a mi).
Caricatura de La Vaca

Después de haber matado a la vaca (en sentido figurado), compré mi casa, me metí a estudiar, conocí gente nueva, comencé a escribir, mi actitud ante la vida cambió, y ahora me siento renovada. Sé que hay mucho camino por recorrer, pero ahora tengo el impulso suficiente para andar ese camino, y ese impulso no viene de alguien mas, viene de adentro de mi.



La rola de Hoy... lavaca mu!  lavaca mu!  lavaca mu!, jajaja neeeeel: Thick as a Brick, de Jethro Tull, un roloooonononon, que espero disfruten así como la he disfrutado durante estos últimos quince días!

Pd1. Prometo escribir el próximo jueves
Pd2: gracias por sus buenos deseos, ya todo está bien,

Pd 3: Goyo ai lovyu

Pd4: ♫♫♫And the love that I feel ♪ ♪ ♪ is so far away: I'm a bad dream that I just had ♪♪♪ today ♪♪♪♪ and you shake your head..... and say it's a shame. ♪♪ ♪


jueves, 17 de mayo de 2012

En el día del Estudiambre


Los maestros eran como nuestros segundos padres, ya que cuando somos niños y adolescentes pasamos con ellos una gran parte del día. Y como segundos padres también les ha tocado sufrir los desvaríos no de uno sino de hasta 50 alumnos (y es que, bueno, yo estudié en escuelas públicas, así que las aulas generalmente estaban atascadas y como es lógico, el maestro no se daba abasto con tanto muchacho por atender). Como es de esperarse, los alumnos hicimos muchas veces blanco de nuestras burlas al profesor en turno, sobre todo a esa edad donde la decencia nos valía un reverendo cacahuate y nos sentíamos con el poder suficiente como para comernos el mundo a puños… eso sí: la mayoría nos sentíamos muy cabrones, pero nuestra mamá todavía nos lavaba la ropa, nos alimentaba y nos daba para el camión. Independientemente de eso, como estudiantes nos sentíamos con todo el derecho a burlarnos de nuestros profesores y ponerles apodo: Kitazato, La Vikinga y Fabulman, no me dejarán mentir, y a los más afortunados se les llamaba por su apellido, excepto a un profe de computación de la prepa, a quien solo le decíamos Mario, su nombre completo: Mario Verdín Limón.

Mi mejor época, la de estudiambre, en la prepa. Fue tan buena que hice la prepa en cuatro años. A mi carnal le fue mejor, porque la hizo como en 6 años y en 8 escuelas diferentes.

Siempre he dicho que la prepa fue la mejor época de mi vida, fue la más divertida y en la que mas locuras hice. Todos mis amigos coinciden conmigo, excepto Fede, quien defiende hasta la muerte que la secundaria fue su mejor época de estudiante, le insistí bastante para que comprendiera que en la prepa uno tiene mayor ingenio para hacer desmadre, el nivel de locura es mas alto, los desvaríos y disparates traen consecuencias mas divertidas…pero ella sigue insistiendo. Tiempo después supe que su nivel máximo de estudios es secundaria.

La EPL, Escuela Preparatoria de León, aunque mi papá asegure que las siglas significan Escuela Pinchurrienta de León, y no lo culpo por tener esa opinión, “me eché a perder” cuando ingresé ahí: Salí de la secundaria con promedio de 9.8, sí, de tooooda la secundaria, osea era una nerd, una matada, una cerebrito. Tan Ccerebrito era que al hacer el examen de admisión a la prepa quedé en el 13avo lugar, a los 13 años de edad.

Ahora que lo veo en retrospectiva, si le ponemos un poquito de superstición, todo indicaba que las cosas no saldrían bien. Y en efecto no salieron bien, iniciar la prepa a los 13 años me puso como blanco de muchas burlas y bromas pesadas. Mas que mi edad, mi inocencia me hacía susceptible a que me cobraran por entrar al baño, que me robaran descaradamente mis cosas, que se pusieran de acuerdo para confundirme de salón, que me pusieran el pie para hacerme caer a mitad del pasillo, y otras amorosas expresiones de afecto que ahora sé que se llaman bulling.

No pude con el primer semestre de prepa y eso es porque al terminar tenía reprobadas 10 materias de 8, y es que mis compañeros de grupo me dijeron que Orientación Educativa y Taller de “de hache i” no eran materias de verdad. Justifiqué mis calificaciones tratando de convencer a mi madre de que el cero que me saqué en matemáticas era la representación de un “conjunto vacío”.

Estaba a punto de abandonar los estudios para siempre y meterme a una fábrica de zapatos (de esas que casi no hay en León), para trabajar como adornadora o preliminar. En ese punto, el desprecio de mi madre y algo en mi interior me convencieron de que siguiera estudiando, y aunque me moría de la angustia porque regresar a la escuela me causaba mas miedo que el Algebra de Baldor, saqué fuerzas e inspiración de un bote de jumex, y decidí ingresar nuevamente para concluir el “reto prepa” y vivir los que se convertirían en los mejores tres años de mi vida.

Para empezar con el pie derecho, antes de llegar al “segundo primer semestre”, participé en el “rito de rapar a los de nuevo ingreso”: me puse un pasamontañas como el de el Comandante Marcos y me vestí de niño, lo cual no me costó trabajo porque ya me había acostumbrado a vestir de niño: solo usar pantalones de mezclilla (y de hombre), ponerme playeras de Nirvana, “burras” y a amarrarme camisas cuadradas a la cintura, además nadie se daría cuenta de que una chica está rapando hombres porque en ese tiempo, a los 14 años mis pechos aún no se desarrollaban… y aún sigo esperando que se desarrollen.

En mi segundo ingreso la cosa fue mas fácil, ya que a todos los que no pudimos con el primer semestre, a la segunda vuelta, o sea al repetir semestre, nos pusieron en dos grupos, en el “N” y en el “O”. Comprendí entonces que éramos muy poco agradables ante la dirección, y por eso nos asignaron en dos grupos donde nos trataban como VIP (Varios Imbéciles que no Pudieron).

Independientemente del trato “vi ay pi”, todos los que estábamos en esos dos grupos éramos un desmadre, y cuando nos juntábamos hacíamos todavía mas desmadre. A parte, en 1995 la disciplina en la prepa se vivía al momento de presentar exámenes, nunca en los patios. Jamás había alguien atrás de los alumnos insistiendo para entrar a clase, cada alumno era responsable de entrar a clase o quedarse afuera. Ver gente agrupada en “la aduana” a la hora de clase no estaba penado, incluso, se podía fumar libremente dentro de la escuela, tocar la guitarra y cantar a todo pulmón, besar al novio o novia, de hecho, tener novio o novia, porque nadie se escandalizaba por las preferencias sexuales del estudiantado; llegué a apostar en el póker dentro de la cafetería, con cigarro encendido y una cheve, en bolsita eso si; nos juntábamos también para ver Dragon Ball y hacíamos otras muchas cosas que ahora están completamente restringidas en esa escuela, como por ejemplo darnos el lujo de tomar la clase desde la ventana, por fuera…y en el segundo piso.

Tengo que agradecer públicamente a mis compañeros del grupo “N” por incluirme en su relajo, por tratarme como persona, por darme ánimos, y por dejarme copiar en los exámenes sin delatarme.

Poco a poco, y sin darme cuenta, fui adquiriendo suficiente autoconfianza, y auto cinismo para hacer cosas mas alocadas y divertidas. Lo mejor de todo fue desquitarme de quien me había hecho sufrir tanto en mi primer semestre: Todo se planeó de una forma fría y calculadora: A las 8 con cincuenta minutos de la mañana de un día martes, un cuate de tercer semestre apodado “el buzo” (a quien le decían así porque olía a pescado), le hablaría a Paco Perea para sacarlo del salón y conducirlo al baño de hombres, donde yo lo esperaría a las 8;53 junto con otros tres camaradas que también odiaban al Paco Perea. Después de que mis cuates lo sensibilizaron cortésmente con un par de golpes, lo convencí, por las buenas, de quitarse la ropa y quedarse en traje de Adán. Acto seguido, “el Buzo” se llevó toda su ropa al módulo de teatro, y solo me dejó una sudadera. Yo le hice una amable propuesta: - Mi querido Paco, en retribución a todas las que me hiciste hace un año, te propongo jugar un juego que se llama “encuentra tus prendas”, el cual consiste en atravesar desnudo por el patio central a las 9 en punto de la mañana, (horario en el cual 650 estudiantes salen para cambiar de salón), y llegar a los baños del módulo de teatro para que busques tus cochinos trapos. Tendrás a tu disposición una sudadera, la cual, podrás optar por ponerte en tus partes nobles, o por ponerte en el rostro para que nadie te reconozca. Te recomiendo para evitar penas, que te la pongas en el rostro y correr, porque con este frío tus bolitas se harán todavía mas chiquitas. En sus marcas, listos, fuera…

Desafortunadamente, solo llegó a medio camino para meterse cobardemente en un salón donde uno de sus amigos le prestó su uniforme de Tae Kwon Do. El cual trajo puesto un rato porque no le devolvimos sus jeans marca Levis Pirata.

Si bien fue divertido pasar tiempo en la prepa, fuera del aula. Era mas divertido pasar el tiempo de la escuela, fuera de la escuela y en la casa de alguien cuyos papás estuvieran ausentes. Y fue así como nos acostumbramos a las finísimas “aguas locas”, las cuales estaban cargadas en su mayoría con cinco kilos de azúcar y “panal y medio” de Vallense: todo un lujo en nuestras épocas de estudiante, lo digo por lo caro del azúcar.

El reto era también salir de la rutina de mezclar todo en la auténtica olla tamalera y servir con un cucharón, por eso también mezclábamos en el garrafón jugando a la botella, o en la “tina del baño” (pero en la tina de plástico donde se bañaban), o hasta en la mismísima lavadora (servíamos los tragos con la manguera, era divertido aunque a veces sabían a suavitel). Esas parrandas de medio día me enseñaron que la cruda no perdona independientemente de la hora; que los papás siempre llegan en el momento menos oportuno, (y en el momento menos oportuno alguien está desnudo); que el humo del cigarro no se disimula con incienso y que la marihuana se conserva mejor si la guardas en el refri y adentro de un bote de jumex.

Si esa escuela pudiera hablar: diría que ha visto pasar a mucha gente loca y desequilibrada por esas aulas, daría fe de la iniciativa estudiantil llevada a la práctica con muchos útiles proyectos (como el paro de labores por huelga, el amotinamiento en el Salón Azul y el intento de secuestro del coche del ex director Gerardo Gutiérrez Chico), y también daría fe de que Joseph Francois Nicolas Gerald Villanueva Perrault era, gracias a ciertos favores, coordinador del departamento de Ser-Vicio Social. (saludos al que me pasó el chisme: al intendente Lalo y a sus violetas africanas).

Esa escuela fue testigo de la concepción de muchas ideas, y de la concepción de muchos chamacos también, sobre todo cuando los salones del último piso del módulo central se quedaban solos alrededor de las 3 de la tarde. Ideas llevadas a la práctica como la revista “El Tijeraxo”, la cual editábamos con tiras cómicas y en el área de fotocopiado junto al salón de los espejos, jajaja, nunca olvidaré la caricatura de la maestra de Inglés Yolanda Quiroz: “Ruperto está hablando con Procopio", porque en vez de usar nombres como William o Brian, sacaba su catálogo de nombres para los años de la revolución.

Viví muchas cosas en esa escuela, de las cuales no me arrepiento, de hecho, si pudiera regresar el tiempo, sería mas bizarra y haría mas relajo. Sé que a partir de esa época, me convertí en una pesadilla para mis papás. Pero pudo haber sido peor: pude haber sido más irreverente, más sarcástica, más irresponsable, más intrépida, pero aún me quedaba algo de cordura que me permitía entrar al 65% de las clases y aprobar los exámenes en preordinario.

La prepa se llevó mi inocencia, y mi novio en turno también se la llevó.


Pero no me quejo, al contrario, puedo decir que disfruté mucho esos tres años donde superé con creces el trauma del primer semestre. Me hice más fuerte, más lista, más independiente. La prepa forjó mi carácter y se llevó muchos de mis miedos. Entré siendo una inocente niña de 13 años, tímida y retraída, a quien le encendían papeles debajo del asiento del pupitre de metal, y salí siendo toda una “bitch” que tomaba ventaja sobre el más incauto.

Luego… no se que me pasó, olvidé como ser osada y desafiante. Ahora experimento miedo y le pienso para hacer las cosas, me detengo si detecto riesgos. Pero quiero volver a esa época donde el dolor me valía madres, volver a tener esa energía, esa determinación y ese brío imparable.

La rola de hoy: todas las anteriores, mas todas las de Nirvana, las cuales marcaron mi vida en la EPL... me faltó alguna más representativa?

jueves, 10 de mayo de 2012

Mamá, Madre, Mami, Amá: Jefa.



Aunque muchos lo duden, yo sí tengo madre, y podría decir que mi Madre es tierna, amorosa, cariñosa, extremadamente maternal y muy afectiva, pero no, no lo es. Ella es pragmática, directa, poco ortodoxa, creativamente sencilla y posee un ingenio muy agudo.

Mi Madre me enseñó a tejer con gancho y agujas, coser, bordar, cocinar muy bien, hacer postres exquisitos, limpiar la casa, mantener las cosas en orden, guardar un perfecto equilibrio entre la apariencia y la comodidad, entre la libertad y la discreción, a hacer mis tareas impecables, lavar la ropa sin percudirla y poner la mesa entre otras cosas… que ya se me haya olvidado cómo hacer todo lo anterior es diferente.

 
Es de admirar el hecho de que ella haya aceptado tener y criar a cuatro hijos, (aún a sabiendas de que yo soy un Engendro del Demonio), porque yo con una sola hija que tengo, quien por cierto es una lindura, estoy que no me la acabo.

Mamá y yo nos graduamos al mismo tiempo, el mismo dia, el día en que ella cumplió 21 años recibió su título de mamá, y yo naciendo de su vientre me gané el titulo de hija y de “la bebé que por poco nace en el pasillo”. Y es que mi mamá que no tiene madera de mártir, y no le gusta para nada dar lata, esperó hasta el último minuto para ingresar al hospital a dar a luz.

Cuando nací no me entregaron con el instructivo de uso, pero sí con muchos defectos de fábrica. Yo, como la  primera de sus hijas fui la receptora de todo su amor y cariño, y también la que mas canas verdes le ha sacado.

Los primeros dos años de mi infancia fuimos felices las dos, ella me cuidaba, me apapachaba, pasaba todo su tiempo conmigo y todo fue perfecto hasta que llegó mi hermano a usurpar mi trono. A partir de ahí yo libré una lucha encarnizada y sangrienta contra mis hermanos para seguir siendo la hija favorita de mi mamá y captar toda su atención, cosa que nunca he logrado porque nos quiere a todos por igual. Inclusive a los 14 años, se manifestaron mis enfermizos celos cuando mi mamá nos dijo que estaba embarazada por cuarta vez. Mientras mi papá y mis hermanos saltaban de júbilo, yo le dije histéricamente y rechinando los dientes: "-Embarazada???, pues que no te cuidaste??"

Mi Mamá es muy lista, tuvo el suficiente ingenio y agilidad mental para salir avante cuando la asediaba haciéndole preguntas embarazosas en los momentos menos oportunos. Como cuando tenía ocho años y yo le pregunté a mi madre para qué son los condones. Ella firmemente me contestó: “-para evitar enfermedades venéreas”. Esa respuesta me inquietó para que dejara de preguntar, porque no conocía ese término y temía que me estuviera diciendo algo que pusiera de manifiesto mi ignorancia por el aplomo con el que ella me dio una respuesta rápida y sin nerviosismo, aún estando formadas en la fila para el banco, el cual, estaba atascado de gente.


Mi Mamá siempre estuvo al pendiente de mi, llegó un momento en el que juraba que tenía un detective privado siguiéndome la pista para donde quiera que yo iba, ya que mi madre estaba excelentemente bien informada de mis movimientos: a dónde me iba de pinta, qué bebidas tomaba, con quién le quemaba las patas al chamuco, cuál era el galán en turno, qué peleas tuve con mis amigas, materias reprobadas, reportes a la dirección y los sentimientos mas oscuros que había escrito en mi diario, el cual estaba segurísima que no leía, ya que lo guardaba de tal forma que podía saber si alguien se atrevía a hojearlo. Durante mucho tiempo supuse que mi madre le hacía a las malas artes de la adivinación y el espiritismo, me la imaginaba frente a la bola de cristal viendo claramente cada una de las vergonzosas acciones cometidas en mi “alcoholescencia”. Hasta que un día mi hermana me develó el intrigante misterio: la informante numero uno era yo misma. Mi mamá se sentaba a mi lado cuando recién me quedaba dormida y solo bastaba que me preguntara cómo me había ido en el día para que yo, entre sueños y en voz alta, le revelara los secretos mas sucios de mi alma.

Admiro a mi Madre porque es todóloga: especialista en limpieza, nutriologa, chef, cocinera, mesera, lava loza, animadora, cantante, artista, chofer, mecánica, niñera, huesera, enfermera, organizadora de eventos, contadora, administradora,  secretaria, jardinera, fontanera, albañil, electricista, compradora personal, mucama, maestra, consejera psicóloga, estilista, masajista, asesora de higiene dental, paseadora de perros, veterinaria, directora de proyectos, agente de viajes, guardia de seguridad, guardaespaldas, diseñadora de interiores y hasta puede ver el futuro: “-ya ves, Emmy? Te lo dije, yo te lo advertí”.

Mi Mamá se preocupó por mantenernos sanos y alejados del ocio, nos llevaba a clases por la tarde para activar nuestros cuerpos y nuestras mentes. Nos preparaba gelatinas, pan integral y yogurt, siempre tuvo productos saludables en la despensa (y la fruta del frutero de encima de la mesa siempre ha sido de verdad, no de plástico), para ver películas nos daba palomitas pero no de microondas: compraba el maíz y lo hacía reventar en una cacerola con aceite.

Mi mamá con Fátima mi prima.
Todos los dias por la mañana nos preparaba desayunos saludables para que nos fuéramos bien alimentados a la escuela: a las 5 de la mañana prendía el extractor de jugo y colocaba una por una tres kilos de zanahorias. Muy consentidora mi Madre nos gritaba (maquiavélicamente) entre el ruido del extractor: “-si quieren se pueden dormir otro ratito en lo que yo les hago el jugo”. A los dos minutos de iniciado el “swiiiiiiinn, swiiiiiiiiin” del extractor, mis hermanos y yo ya estábamos de pie, histéricos y peleándonos para entrar primero al baño.

Algo que le reconozco mucho a mi Mamá es el ahínco con que me enseñó a andar en bici. Tenía yo como trece años y decididamente le pedí que le pusiera rueditas a la bicicleta deportiva de mi hermano para animarme a subirme. En vez de eso, me trepó y anduvo correteándome una hora. Yo terminé temblando de miedo y ella con las manos ampolladas. Hasta la fecha sigo sin subirme a una bici si no está mi mamá presente, a menos que mi vida esté en riesgo.


Mi Madre siempre ha estado conmigo en las malas, en las peores y en las más gachas, si bien para regañarme, pero ha estado presente en mi vida. Aunque yo no quiera que se entere de mis problemas siempre tiene la agudeza para observar y deducir los motivos que me aquejan.

Cuando me fui de casa no dijo nada, supuse que había respirado aliviada por el hecho de ya no tener que lidiar con mi bipolaridad y mi mal genio. Así lo hizo: respiró tranquila, total yo ya tenía la libertad para hacer mi propia vida. Sus preocupaciones comenzaron cuando supo que había cambiado a mi novio–vaca  por una vaca-novio, y no cualquier vaca-novio, había que ver qué tipo de vaca-novio. (ahora que lo veo en retrospectiva, a mi también me hubiera dado pavor que mi hija se involucrara con un tipo así.)
  


Luego regresé con mi Mamá, no una vez, fueron como cuarenta: extrañamente me sentía mejor en su casa que en mi propia casa, caí nuevamente al lugar del que estaba huyendo, llegué a pensar que mi problema era una severa inconformidad conmigo misma, la cual me impedía encontrarme tranquila sea cual sea el lugar donde estuviera viviendo. Consideré la opción de tomar terapia para lograr mi auto aceptación y autoestima… hasta que comprendí  que la verdadera razón por la cual me gustaba regresar a casa de mi Mamá era porque ella sí tiene una casa amplia y fresca, T.V. por cable, pantallas de 46” internet y un refri siempre lleno de comida.

Mi Mamá no es perfecta, pero trata de siempre hacer lo que a su juicio es más conveniente (aunque no parezca así). Y lo sé ahora porque yo también soy mamá.

La rola de hoy, el tono con el que me tiene mi Mamá en su celular, así suena cada vez que le llamo:


jueves, 3 de mayo de 2012

La niña que llevé adentro: mi hija.


Sucedió en el año 2004, en el mes de Marzo, oh si, lo recuerdo perfectamente. Ese día fui al concierto de Belinda, era el Tour Fiesta en la Azotea y como mi hermana mas chica no tenía quien la acompañara le rogaba a mi mamá que la dejara ir al concierto, y en un acto de solidaridad me ofrecí para peinarla de diadema de trencita e ir con ella.

Llegué al concierto de Belinda vestida de negro, disfrazada para fiesta de halloween como era mi costumbre. Pero bueno, el tema del concierto no es el tema de mi post, el tema de mi post es lo que sucedió 9 meses después, un 22 de diciembre del año 2004 a las 6:45 p.m., después de 10 horas treinta minutos de cobarde labor de parto. Y digo cobarde porque en cuanto me empezaron los dolores yo rogaba que me pusieran la anestesia epidural. Los dolores me empezaron a las ocho y media de la mañana, media hora después de que me administraran oxitocina para inducirme el parto. Pero la anestesia me la dieron hasta pasadas las cuatro de la tarde. Nunca pensé que rogaría con urgencia me hicieran un piquete en la espalda y que luego me insertaran una sonda por la médula espinal.

En vista de que mis miserables 5 centímetros de dilatación hacían imposible un parto, los doctores decidieron abrir mi región abdominal para sacar a mi niña interior. Y así fue como salieron de mi panza 2 kilos 900 gramos con 51 centímetros de largo.



Guayabitos 2007.


He confesado muchas veces que no estaba lista para tener un bebé, si tan solo contaba con la edad física de 23 años pero la mental como de 16 de acuerdo a la opinión de mi madre. Ya que la niña lloraba y yo lloraba con ella (de hecho creo que yo lloraba más que mi hija). Mi madre en su desesperación me increpaba: -Emmy, la niña está llorando!!!!!!!. Y yo en mi desesperación contestaba llorando: -pues pregúntale que quiere porque yo no la entiendo.

Y es que a mí se me hacía imposible mantener el juicio con mi rutina nocturna: cada hora prepararle un biberón, dárselo y asegurarse que no se ahogue, darle palmaditas en la espalda para hacerla eructar, ponerla “a dormir” (o arrullarla para que se durmiera), tomarme un paracetamol para mi dolor de cesárea y repetir el proceso media hora después durante toda la noche. Por pasarme la noche en vela no tenía ánimos de descifrar si cuando lloraba lo que tenía era hambre, sed, sueño, pañal mojado o simples y puras ganas de soltar el llanto, ya que estando recién comida, bebida, despertada y con los pañales limpios, no se me ocurría que otra cosa pudiera necesitar una bebé de quince días de edad…hasta que mi madre me dijo que los bebés padecen cólicos. Y yo, desnaturalizada madre,  me volvía loca buscándole el botón de “off”.

Me encantaba verla dormir, porque dormida parecía taaaaaaaan inofensiva…

Guayabitos 2009

La parte mas deprimente de mi depresión post parto fue no haber podido amamantar a mi nena. Por más que insistía, no me salía leche. Por ese motivo mi madre inventó mil remedios caseros para convertirme en toda una señora vaca. El que más repulsivo me pareció fue cuando me embarró la espalda de manteca de puerco con chocolate abuelita… y así tuve que quedarme toda la noche. No me salió leche, me salieron barros en la espalda y ahora a parte de lidiar con mi rutina de noche, mi herida de cesárea y mi desesperación de día, también tenía que luchar contra una feroz comezón en las plumas.

De haber sabido a lo que me iba a enfrentar al tener un bebé, me hubiera vuelto monja desde temprana edad, y es que en mi locura, aunque lo considerara como una opción viable, por mas que le diera vueltas seriamente al asunto, llegué a la frustrante conclusión de que no podía regresarla por donde vino. Así que  también desistí de la idea de levantar una demanda contra la farmacéutica que fabrica las pastillas anticonceptivas que estaba tomando el día que me embaracé.

Tres meses y seis colapsos nerviosos después, había encontrado la fórmula ideal para que me permitió dormir cuatro horas seguidas: ponerla sobre mi pecho. Una vez que pude dormir como la gente normal, recuperé la alegría de vivir y mi depresión post parto desapareció.

Cuando mi hija y yo pudimos entendernos, alrededor de sus seis meses de edad, llegaron los momentos más felices y maravillosos de mi vida.

Brinqué de gusto un día al darle su papilla Gerber porque la cucharita hacía un sonido metálico, al principio me asusté, pero al examinarle su boquita, descubrí un puntito blanco en una de sus encías. Quise celebrar llevándola a los tacos, pero aún era pronto para eso.

Cuando comenzó a caminar era todo un caos porque siempre quería estar acompañada de alguien e ir a todos lados, yo me volvía loca, pero al poco tiempo también empezó a avisar “pipí” y fui feliz porque ya no tendría que gastar una millonada en pañales.

A los cuatro años le hice su presentación al templo… vestida de cenicienta con un vestido que yo misma confeccioné, con ayuda de mi mamá, claro. A los cinco años, la fiesta de cumpleaños fue con el tema la Bella Durmiente, y nuevamente le hice su vestido. En la prueba final, ya para coserle el cierre, se vió gustosa en el espejo y me dijo: -ahora si mamá, ya casi estamos listas, solo te falta un disfraz de Maléfica.



La princesa para el siguiente año sería la Bella y la Bestia, pero mejor me abstuve de hacerle fiestas temáticas.


Sus gustos musicales son totalmente contrarios a los míos, y con ella aprendí a tomarle gusto a Belanova, The Black Eyed Peas, Katy Perry, Natalia Lafourcade y Miranda!



Emmy Aoede alias "Memé"

Conocí perfectamente la programación de Jetix, que posteriormente cambiaron a Disney XD. (ahora caigo en la cuenta que el “ecs di” puede que sea un emoticón), crecí nuevamente mi niñez con su niñez, es decir, en lugar de traumarme con Candy Candy (la pobre niña llorona, que es como la llama mi hija), ahora me río a muerte con Los Padrinos Mágicos, Kid, Vs. Kat, Kick Buttowsky, Pucca y los magníficos Phineas y Pherb.

Me sé de memoria los diálogos de las películas infantiles de Linsay Lohan y las he visto todas, no me da vergüenza, a la que si le da es a mi hija cada vez que se entera que su actriz favorita puede ser encarcelada.



 
La botella de vino es la misma que sale en la película "juego de gemelas", la encontró en una fracción de segundo al pasar junto al aparador de vinos, me enterneció mucho cuando me pidió tomarle una foto.



Muchos que me conocen habrían jurado que me hija sería darketa, sin embargo vistió botas de “patito”, casi toda su ropa es rosa, es fanática de la Barbie y Hello Kitty, le gusta el brillo labial de cereza y le encanta dibujar con lápices de colores Farber Castell versión princesas.

Para los reyes pidió barbies y un celular, pero celular de verdad, y en realidad lo usa, ella es muy responsable, no me extraña que hasta la fecha no haya perdido el celular, solo una vez lo olvidó. Yo lo pierdo casi cada tercer día. En mis épocas ni pensar en un celular, además ni siquiera tuve que enseñarla a usarlo, ella solita descubrió como hacer llamadas, contestar mensajes y enviar “juego” al 90400. Ahora caigo en la cuenta que mi hija no nació con “el chip integrado”, sino con todo y las apps para su sistema operativo, eso si, el “download” me tardó nueve meses.

A muy temprana edad le llegó el momento de preguntarme la pregunta inevitable que preguntan todos los niños: - ¿mamá de donde vine? ¿De donde vienen los bebés??. Le mostré una foto donde estoy embarazada, y le dije: -mira, aquí estás adentro de mi panza. Ella contestó: -mamá, ¿me comiste?

Para mi fue fácil explicarle de donde había salido, fue suficiente con mostrarle mi cicatriz y decirle que me abrieron para sacarla. Yo a su edad creía que los bebés nacían por el ombligo… y con ropa. Luego vió South Park y todo el asunto quedó aclarado.



Memé, con sus primos.


Agradezco que mi hija está bien, es muy sana y muy lista. No tengo que insistirle para que haga la tarea ni para que organice sus cosas. La muy hermosa se prepara el desayuno cuando estoy que no puedo ni levantarme. Me tiene mucha confianza y hasta me cuenta quienes son sus galanes.

Hace unas semanas veíamos la película “un viernes de locos”, y hay una escena donde la hija adolescente le increpa a su madre: Te odio!, arruinas mi vida!!. Reflexioné sobre eso y me di cuenta que ahora soy feliz con mi hija, nuestra relación es excelente y quiero disfrutar eso mientas dure, ya que algún día crecerá y se convertirá en una adolescente. (Y pensando en eso, creo que pagaré las que le hice yo a mi madre.). Pero mientras eso sucede abrazo a mi hija y le digo: -llegará el día en el que tu crezcas y me digas “mamá te odio, arruinas mi vida”. Fue hermoso ese momento, porque pausó la película, me abrazó y me dijo:   -mamá, yo te juro, pero te juro deveritas que nunca pero nunca te voy a decir eso porque te quiero mucho.


Solo me queda sonreír. Dios Gracias!!




La rola de hoy, la canción de mi hija: Aoede (se pronuncia Aegys), del álbum Aoede de Theatre of Tragedy. Para nada la define, ella es muy diferente a mi: salió todo amor y dulzura, como si se hubiera concebido en un concierto de Belinda.